Durante su visita apostólica a México en 2016, del 12 al 17 de febrero, el Papa Francisco abordó temas cruciales que todavía resuenan, como la migración y la violencia que enfrenta la población mundial.
Esta gira incluyó visitas a diversos lugares, reflejando la situación de la migración y la violencia, particularmente en estados como Chiapas, Michoacán y Ciudad Juárez, en Chihuahua.
En Ciudad Juárez, el Pontífice alzó la voz por los migrantes, enfatizando que “no podemos negar la crisis que se ha intensificado en los últimos años… ¡No más explotación!”
Durante su recorrido por el Centro de Readaptación Social (Cereso) en Juárez, Francisco cuestionó los modelos de seguridad que se basan en el encierro y la exclusión. Expresó: “Hemos perdido varias décadas creyendo que todo se soluciona separando y encarcelando a las personas. La realidad es que estamos viviendo una crisis, y quienes sufren son los más vulnerables.”
Ese mismo día, el Papa también se reunió con trabajadores y empresarios, utilizando la ocasión para denunciar la cultura del descarte. “Dios pedirá cuentas… por lo que hace la economía,” afirmó Francisco, subrayando la importancia de la responsabilidad social.
Chiapas: Un llamado al perdón
En Chiapas, el Santo Padre se dirigió a los pueblos indígenas, instándolos a mantener vivos sus valores y tradiciones. “¡Perdón, hermanos! El mundo actual, marcado por la cultura del descarte, los necesita,” defendió el primer Papa latinoamericano.
Además, Francisco destacó la relevante herencia cultural de México y admitió que las culturas indígenas “tienen mucho que enseñarnos.” Durante su visita, también hizo énfasis en la importancia de la esperanza y el compromiso social.
Al reunirse con sacerdotes y seminaristas en la ciudad, el Papa alertó sobre la “tentación de la resignación” frente a las adversidades. En Ecatepec, Estado de México, denunció las tres grandes tentaciones que enfrenta la sociedad: la vanidad que busca el prestigio a costa del bienestar ajeno, y el orgullo que desprecia a los más necesitados.
Uno de los momentos más conmovedores de su visita se dio en la Basílica de Guadalupe, donde el Papa oró en silencio ante la imagen de la Virgen, rodeado de cerca de 50 mil católicos. Las conclusiones de su visita fueron un llamado a la acción y a la inclusión, recordando que la iglesia debe estar al servicio de los más necesitados y de la sociedad en su conjunto.