Habemus Papam: el impacto de dos palabras
Habemus papam. Estas dos simples palabras mantienen a cientos de millones de personas en expectación y, al ser pronunciadas, transforman el rumbo del mundo por décadas. La brevedad de su expresión contrasta con su profundo impacto en la vida, algo que sorprende en una era en la que la política parece inundada de palabras vacías y los cambios resultantes son mínimos o casi imperceptibles.
Además, la majestuosa atmósfera que rodea la elección y el anuncio del nuevo Papa, junto con su habilidad para marcar su propio ritmo independientemente de las exigencias contemporáneas, explica la admiración que algunos no católicos han sentido en estos días.
Un nombre con significado: León XIV y Rerum novarum
El Papa León XIV ha confirmado lo que era evidente: ha adoptado su nombre en homenaje al Papa León XIII y su influyente encíclica Rerum novarum. Esto ha levantado alertas entre ciertos neoliberales y ha reavivado el entusiasmo en progresistas de tendencias comunistas, en ambos casos por su falta de comprensión de la encíclica, que en realidad aborda temas de forma equilibrada.
Los medios, en gran parte, han refrendado la continuidad con el pontificado de Francisco, y, bajo el influjo de no sé qué tipo de alucinógeno, ya vislumbran la posibilidad de ordenación de mujeres, el reconocimiento de uniones homosexuales y la bendición del aborto.
Las redes del pasado y el silencio actual
Esto se ha visto alimentado por la oposición que el aún cardenal Robert Prevost expresó en sus redes sociales contra las políticas antiinmigración de la administración Trump. No puedo negar que me inquieta que, durante los cuatro años del mandato de Biden, no haya aparecido ni una crítica a sus políticas abortistas, mientras que durante el breve mandato de Trump dejó clara su objeción a la lucha contra la inmigración.
Esa tendencia unidireccional evoca a Francisco, pero debemos esperar y observar cómo se desarrolla este nuevo pontificado.
Sin maniqueísmos ni ingenuidades
Lo que espero, y muchos católicos comparten este deseo, no es que el Papa León XIV condene de forma general toda la inmigración, sino que no la respalde de manera indiscriminada. Se debe evitar tanto el maniqueísmo que idealiza a todos los inmigrantes y demoniza a quienes se sienten invadidos, como el opuesto que hace lo contrario.
La realidad europea no es la misma que la de América, donde la mayoría de los inmigrantes provienen de naciones católicas. En Europa, nos enfrentamos a una inmigración musulmana que busca imponer su cultura, y eventualmente su fe. Como matemático, el Papa León XIV debe ser capaz de aplicar la teoría de conjuntos a este desafío.
Superar la falsa dicotomía
Por declaraciones realizadas cuando aún era cardenal, parece que el Papa León XIV tiene una visión más clara y decidida que Francisco en relación con la doctrina moral de la Iglesia, mientras que podría compartir, aunque de manera menos ostentosa, una visión similar en materia social y económica.
Este es el desafío que tiene el nuevo Papa. Es fundamental que acabe con la falsa dicotomía promovida por la Teología de la Liberación, que implica que un eclesiástico firme en la doctrina social descuida la moral y viceversa.
La unidad en la ortodoxia
Esta es una de las principales razones de la polarización dentro de la Iglesia y el conflicto entre católicos, sean clérigos o laicos. Llevamos demasiado tiempo proyectando la ilusión de que debemos elegir entre defender la doctrina moral o la social, entre el sacerdote humanitario o el tradicional, entre el que se preocupa por los pobres o el que vela por Dios.
Se ha llegado a aceptar que la doctrina de la Iglesia es una manta demasiado corta, donde uno debe decidir entre cubrirse los pies o la cabeza.
Un mensaje íntegro de Cristo
El Papa León XIV tiene la oportunidad, casi el deber, de disolver este dilema artificial. Lo que no debe separarse en la doctrina de la Iglesia no debe hacerse en sus ministros.
El sacerdote, incluido el Papa, debe reunir en su ser lo que está unido en la ortodoxia, equilibrar las necesidades espirituales y materiales del ser humano, y presentar en su mensaje lo que es inseparable en Cristo.
Un equilibrio viable
Si el Papa León XIV, al tiempo que defiende y aplica la doctrina social, permanece firme en la moral y se opone a la corriente woke, muchos católicos liberales en el ámbito económico podrían mostrarse más abiertos y quizás aceptar la doctrina social, entendiendo que esta no implica necesariamente la aceptación de la ideología woke ni la asimilación del discurso de la izquierda.
De igual modo, muchos católicos liberales en lo moral podrían llegar a aceptar la doctrina de la Iglesia en cuestiones sexuales y antropológicas, comprendiendo que rechazar el delirio woke no implica desatender la justicia social ni asumir el discurso de la derecha.
El reto y la esperanza
Una postura así podría facilitar muchas conversiones y, al mismo tiempo, poner fin a la creciente división que en años recientes se acerca al cisma. No pedimos tanto: simplemente buscamos un Papa que comunique a los fieles toda la doctrina de la Iglesia, el mensaje íntegro de Cristo y no una versión recortada diseñada para incomodar menos al mundo.
¿Podrá hacerlo el Papa León XIV? Esperamos que sí; es nuestro deseo y nuestra oración, y estoy seguro de que san Agustín tendrá mucho trabajo en los próximos meses, atendiendo las súplicas de los católicos.