En el evento del concierto de Luis R. Conríquez, en la feria de Texcoco, se desató una violenta pelea que incluyó sillas voladoras, botellas lanzadas y arcos de cerveza cayendo sobre el escenario. Este incidente ocurrió después de que el popular cantante, conocido por sus corridos bélicos, anunciara que no interpretaría ciertas canciones.
La situación escaló con el público muy agitado, lo que dio lugar a una batalla caótica registrado en video. Este es un episodio más en un tema candente en México: los límites de la libertad de expresión en un contexto donde la violencia se ha disparado. David, un crítico de la situación, ha destacado el grave impacto que esto tiene.
El tema es aún más complejo al estar relacionado con la violencia del crimen organizado. Recientemente, surgieron informes sobre un grupo criminal que utilizaba un rancho como centro de entrenamiento. Las fuerzas de seguridad están trabajando para desmantelar estas organizaciones en un ambiente cada vez más peligroso.
Se han identificado nuevos líderes en varios cárteles, lo cual se traduce en una intensificación de la violencia en el país. Entre ellos se encuentra Nemesio Oseguera, alias “Mencho”, del Cártel Jalisco Nueva Generación, uno de los más temidos en México. Además, otros líderes criminales han surgido, generando preocupación entre las autoridades.
La situación ha llevado al gobierno de Claudia Sheinbaum a convocar un festival musical en contra de la violencia y las drogas, buscando un espacio de celebración y unión para la comunidad. Es un intento por parte de las autoridades para contrarrestar el ambiente hostil que se ha apoderado del país.
El crimen organizado sigue siendo una amenaza constante, y las autoridades han advertido sobre la necesidad de preservar la paz en los eventos públicos. El gobierno del Estado de México ha instado a los organizadores a evitar cualquier referencia a personajes asociados con el narcotráfico o actos violentos en sus eventos.
El llamado a la responsabilidad en la organización de conciertos y festivales se ha intensificado, estimulando un debate sobre la relación entre la música regional y la violencia que impera en algunas de sus letras. Por lo tanto, se hace un llamado a las comunidades y a los artistas para que reflexionen sobre su papel en un contexto social tan complejo.