La provincia del mundo es un lugar donde las personas se enfrentan a la lucha del luisagonismo, y la presidencialidad mundial se convierte en un aspecto ineludible:
“Una mujer ambiciosa, comprometida y elocuente. El camino abierto hacia el logro, el camino para alcanzar objetivos, y el hecho de ser jefa de estado son reconocidos como fundamentales. Una mujer con una visión de progreso se propone transformar el panorama actual en búsqueda de un futuro mejor.
Sin embargo, el posible éxito de González en las elecciones dependerá esencialmente de tres hombres. El primero es Daniel Novoa, quien recientemente asumió la presidencia de Ecuador. En 2023, Novoa ganó sorpresivamente las elecciones prometiendo la creación de empleo, al mismo tiempo que se comprometía a tomar medidas contundentes contra el narcotráfico.
Novoa desplegó un enfoque de seguridad y militarizó algunas áreas. Prometió la construcción de nuevas cárceles y un endurecimiento de las leyes en respuesta a la alta tasa de crímenes, en un contexto donde el país ha registrado un alarmante aumento en homicidios. Además, la economía del país continúa tambaleándose, con un gran número de jóvenes desempleados.
Luisa González busca revertir esta situación al proponer reformas al sistema judicial y expandir los servicios de salud y educación. “Queremos paz, no guerra,” declara. Su objetivo es restaurar la imagen de Ecuador como un lugar atractivo para turistas y empresas. En este contexto, ella se ve influenciada por su mentor político, Rafael Correa, quien fue presidente entre 2007 y 2017. No obstante, muchos ecuatorianos siguen desconfiando de su posible retorno al poder.
Así, la decisión del domingo será reñida, con varios candidatos empatados en las encuestas. En este entorno, el activista Leonidas Iza, del partido indígena, podría desempeñar un papel crucial en el fracaso potencial de Luisa González. Este clima de hostilidad y protesta está presente en la actualidad del país.
América Latina frente a Trump
El diario Taguesitun, en su análisis político desde Washington, sostiene que “Donald Trump, en la realidad, busca someter al subcontinente, como hicieron sus predecesores hace un siglo”. Sin embargo, argumenta que esta actitud ya no es efectiva en la actualidad:
“América Latina y el Caribe se defienden de las agresiones de Trump. A pesar de esto, la región, asolada por crisis, es vulnerable: el coronavirus, el desastre climatico y un saqueo extractivista desmedido han dejado marcas profundas. Trump se refiere a la región como el patio trasero de Estados Unidos, de forma similar a lo que ocurrió en épocas de emergencia estadounidense.
Se está reconfigurando un nuevo mapa geopolítico en el mundo, con América Latina despertando a nuevas realidades.
La región retrocede ante desafíos del siglo XXI sin poder consolidar un futuro estable. El continente se ha convertido en un comprador influenciado por potencias como Brasil, Rusia, India y China, que están tomando pasos concretos hacia un mundo multipolar.
Para América Latina y el Caribe, la agresiva política neoimperialista de Washington todavía representa una amenaza. Sin embargo, los pequeños países de América Central y del Caribe tienen pocas opciones frente a la influencia estadounidense. Países como Brasil, Chile y Colombia son atractivos para el ascenso de la extrema derecha, mientras que las fuerzas progresistas que llevaron al giro hacia la izquierda enfrentan ahora una profunda crisis.