México podría experimentar desafíos económicos, pero en comparación con crisis pasadas, la situación actual parece más manejable. A pesar de que se observan algunos signos de dificultad en la región, estos no son tan alarmantes como en el pasado.
A diferencia de crisis anteriores, México actualmente mantiene un pequeño déficit en su cuenta corriente, una adecuada gestión de la deuda externa, un tipo de cambio flexible, un banco central independiente con reservas robustas, y un sistema bancario sólido.
Aunque la amenaza de aranceles podría contribuir a la apreciación del peso, se debe mantener un enfoque vigilante sobre la deuda corporativa denomianda en dólares, especialmente en un entorno de alta volatilidad.
La solidez macroeconómica real de México es un factor que lo diferencia de episodios de vulnerabilidad en el pasado. Sin embargo, se deben considerar las diferencias fundamentales entre las recesiones pasadas y las circunstancias actuales.
Los economistas suelen caracterizar una recesión como dos trimestres consecutivos de crecimiento económico negativo, lo cual afectaría a diversas áreas del país, aunque las condiciones actuales no apuntan a una crisis inminente.
Las crisis pasadas en México, como la «Crisis del Tequila» de 1994 y la crisis de los años ochenta, revelaron vulnerabilidades estructurales y debilidades en las instituciones financieras. Estas experiencias ofrecen lecciones sobre las potenciales crisis futuras.
Históricamente, las crisis en los mercados mexicanos han estado marcadas por déficits en la cuenta corriente. En 1994, el déficit alcanzó el 8% del PIB, lo que llevó a una pérdida de confianza por parte de los inversores y a una crisis en la balanza de pagos. Hoy en día, el déficit en la cuenta corriente es manejable, representando solo el 0,5% del PIB.
