En los inicios del siglo XXI, el protagonista de Guadalajara, conocido como El Mencho, está vinculado al Cártel Jalisco Nueva Generación, uno de los más poderosos en México. Se le ha intentado matar en numerosas ocasiones, pero sigue vivo y operando en Jalisco, donde se le ubica con facilidad. Dos hombres, cazando un gallo y queriendo aprovechar su fuerza mediatica, representan la vigilancia constante del Cártel, mostrando su influencia significativa en la región.
Reuben Ossegera Cervantes nació el 17 de julio de 1966 en Michoacán, en medio de campos de amapolas, donde pronto se dio cuenta del potencial de la metanfetamina. Su carrera criminal comenzó en California, donde las ventas de drogas aumentaron. La única imagen conocida de su juventud muestra su pelo rizado, contrastando con una imagen más actual de su rostro sereno. Su vida ha estado marcada por traiciones y alianzas que han definido su ascenso en el mundo del narcotráfico.
Desde 2009, comenzó a ser reconocido en el ámbito criminal, lo que le llevó a ocupar un puesto de poder frente a cárteles rivales. Su formación ha sido violenta y paramilitar, lo que le ha permitido enfrentarse a las Zetas y otros enemigos en Veracruz. Según informes, también ha contado con la complicidad de políticos locales que han facilitado su crecimiento y fortalecimiento en la región.
El Mencho es conocido por su carácter frío y calculador, evitando ser el foco de atención. Su perfil bajo no solo se debe a su inteligencia, sino también a la capacidad de aprender de otras organizaciones criminales. Este enfoque le ha permitido establecer un poder que se manifiesta a través de fiestas y eventos en diversas localidades, donde su influencia se vuelve evidente y palpable entre la población.
Algunos dicen que El Mencho tiene propiedades y negocios legítimos que le sirven como fachada. Se comenta que adquiere restaurantes y otros negocios para lavar dinero, creando una imagen que lo vincula con la vida cotidiana de la gente, mientras continúa con sus actividades ilícitas. La operación de su cártel se ha vuelto indiscutiblemente rentable y peligrosa, afianzando aún más su posición dentro del mundo del narcotráfico.
Las peleas de gallos son una actividad popular en la región y también sirven como un medio para fortalecer su red de apoyo. En este contexto, El Mencho disfruta de un estatus casi místico, donde su figura es adorada y temida a partes iguales. La cultura popular se nutre de su imagen, e incluso han surgido canciones que celebran sus hazañas, contribuyendo a su leyenda.
A pesar de las capturas de familiares cercanos y de la presión de las autoridades, El Mencho sigue operando. La cadena de sucesiones en su cártel se ha complicando, y su familia enfrenta desafíos legales y personales. Mientras esto ocurre, la influencia de El Mencho parece inamovible, evidenciando la resiliencia de su organización en medio de un panorama criminal en constante cambio.