Sexualidad. Este espacio es un refugio donde se acoge a personas que han vivido experiencias traumáticas relacionadas con la violencia y el rechazo.
No obstante, la crisis generada por las políticas restrictivas en la frontera ha impactado seriamente la capacidad de los migrantes para recibir asistencia, complicando aún más su situación (AP).
Ana Esquivel, una mujer transgénero de 50 años y miembro de la comunidad LGBTQ+, expresa que esta zona es vital para los inmigrantes, quienes buscan esperanza en medio de dificultades.
Procedente de Cuba, Ana sufrió persecución y violencia, incluyendo hostigamiento por su identidad de género. En Tapachula, ha solicitado asilo con la esperanza de construir un futuro más seguro.

Las políticas restrictivas implementadas por el gobierno han limitado severamente el acceso de los migrantes a oportunidades y recursos, aumentando su vulnerabilidad.
En Tapachula, la comunidad mexicana ha manifestado su disposición a ayudar a quienes buscan refugio. Sin embargo, el número de migrantes que reciben apoyo ha disminuido drásticamente, pasando de atender hasta 1,700 personas a solo 300 en la actualidad.
Muchos migrantes han decidido regresar a sus países debido al cierre de aplicaciones fronterizas, aunque para los miembros de la comunidad LGBTQ+, esta opción no es viable.

Las organizaciones que apoyan a migrantes LGBTQ+ son esenciales, y se dedican a ofrecer ayuda a aquellos que han sufrido violencia. Casa Frida, que opera en diversas ubicaciones, está enfocada en brindar apoyo a estos grupos vulnerables.
Rodríguez, parte del equipo de Casa Frida, señala que las personas transgénero y no binarias enfrentan retos específicos, incluyendo su asignación a dormitorios masculinos en refugios. La escasez de recursos también limita el alojamiento disponible para migrantes.

Casa Frida enfrenta crecientes desafíos debido a la reducción de financiamiento. La directora de operaciones, Mariana de la Cruz, menciona que el 60% de los fondos han sido recortados, lo que pone en riesgo su futuro.
A pesar de las dificultades, Casa Frida sigue siendo un refugio valioso para personas como Manuel Jiménez, un joven de 21 años que llegó a México huyendo de amenazas en su país natal. Busca ayuda en este lugar para superar su situación.
Ana Esquivel, inspirada por el apoyo recibido, sueña con estudiar y establecerse en México. Según ella, el refugio no solo le ha proporcionado seguridad, sino también la esperanza de un futuro mejor.
Rachel Pérez, de 51 años y también migrante, comparte su experiencia de huir de Cuba, donde enfrentó violencia. Ahora en México, busca rehacer su vida lejos del temor que la acosó en el pasado.