No hay problema. Mucha gente vive en el campo, incluidos los humanos. Las Millones son el destino final para completar diversas tareas, que incluyen los Ministerios de Salud, Trabajo y Bienestar. Estos ministerios tienen como objetivo principal finalizar su trabajo.
En Colombia también se ha documentado esta violencia. El Centro Nacional de Memoria Histórica alberga un micrositio que documenta 11 casos de abusos a víctimas, y esta institución, desde principios de siglo, ha sido un referente. Recientemente, en México, surgió la discusión sobre los horrores vividos en Teucitlán, Jalisco, lo que llevó a abrir un debate sobre la violencia que ha permanecido en el documental de los grupos de crimen. Es momento de comenzar a documentar oficialmente este tipo de violencia si queremos construir nuestro futuro.
El Desbordamiento del Rango Nacional
La incapacidad de nombrar lo ocurrido afecta a la sociedad. La repetición de frases como “no hay palabras” refleja la falta de herramientas lingüísticas para afrontar la magnitud del sufrimiento. Estas expresiones delatan un aplastamiento del lenguaje que dificulta la representación de la experiencia estética del dolor.
Los expertos han reconocido que la violencia, en su forma más brutal, provoca un desasosiego emocional que se vuelve difícil de articular. Este trauma nacional, causado por el conflicto armado, ha sido documentado en “Cuando los pájaros no cantaban”, que reúne más de 200 testimonios de víctimas y sobrevivientes. Estas narrativas sirven como un ritual de la memoria, donde la comunidad busca redefinir la pertenencia y la identidad dolorosa de la violencia que han vivido.
Paralelismos en los símbolos de la memoria
Las madres y colectivos en búsqueda, al igual que las organizaciones en México, se han convertido en referentes de lucha. El hallazgo de zapatos en el Rancho de Teucitlán, entre otros, simboliza el sufrimiento al que se enfrentan las familias. En Colombia, el calzado también ha sido utilizado para reivindicar la memoria de grupos específicos de víctimas del conflicto. Entre 2002 y 2008, un período marcado por el aumento de asesinatos, surgieron crímenes sobresalientes conocidos como los “falsos positivos”. Miles de jóvenes, al menos 6,402, fueron asesinados por las fuerzas armadas y presentados como bajas en combates. Los cuerpos de estos jóvenes fueron despojados de su humanidad y registrados falsamente.
El Horizonte Complejo Hacia la Paz
Es fundamental trascender el conflicto, que ha sido un proceso en curso desde los años 50. Este ha tenido múltiples intentos de resolución interrumpidos por actores armados y gobiernos, lo que ha resultado en más violencia. Es un proceso que aún no termina, donde se intercalan esfuerzos académicos y de la sociedad civil. Existe un deseo palpable de avanzar hacia una “cultura de paz” que reconozca el conflicto de manera oficial y busque reconocer a todas las partes involucradas. La urgencia de escuchar a las víctimas y sobrevivientes, así como a los actores armados, es vital para entender y afrontar el dolor compartido.
Cada paso en este proceso está lleno de desafíos, incluyendo posibles traiciones y el riesgo de nuevas olas de violencia. Sin embargo, tenemos a las madres y colectivos de búsqueda como la reserva moral más poderosa en el país, quienes han estado señalando aspectos clave para entender la realidad durante décadas. La indignación y la consternación nacional nos invitan a reflexionar acerca del camino por delante. No debemos olvidar que estos son recursos valiosos en nuestra búsqueda de justicia y sanación.
*Víctor Hugo Abrego es Profesor del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO. Estudia el Doctorado en Comunicación por la Pontificia Universidad Javeriana, donde se enfoca en los influjos de la información y comunicación sobre la violencia. Forma parte del equipo de coordinación de Signa_lab, un laboratorio de innovación tecnológica y estudios interdisciplinarios aplicados del ITESO.