La estrategia de gobierno de Trump no es muy compleja. De hecho, guarda similitudes sorprendentes con la propuesta de López Obrador de 90% lealtad y 10% eficiencia. Para Trump, la lealtad es ciega y sin cuestionamientos. No se preocupa mucho por la eficiencia o la competencia de sus colaboradores, lo que se refleja en su estilo de mando.
México enfrenta con frecuencia los elogios y críticas de Trump. Esta dinámica entre los presidentes incluye alabanzas públicas y críticas que van desde lo risible hasta lo desastroso.
Es significativo observar cómo se maneja esta situación. Incluye el protagonismo del Papa, quien alerta sobre el control del poder y el sistema político.
El único camino que tiene Trump es mediante la amenaza. Por ejemplo, ofreció negociar la “paz” en Ucrania, asumiendo que su relación con Putin podría resolver el conflicto, mientras desestimaba públicamente a Zelensky.
Las amenazas hacia Ucrania y la paz en esa región no lograron resultados. Las promesas y halagos a Zelensky no alcanzaron su objetivo. La realidad es que el conflicto continúa, y la masacre de civiles persiste sin solución a la vista.
Con respecto a la presión inicial, estaba claro que si no se llegaba a un acuerdo, el bombardeo sería inminente. Para ello, utilizando tácticas agresivas, Trump ha aplicado barreras comerciales, anunciando aranceles mundiales, especialmente contra China, desde su campaña electoral.
Hoy en día, las tensiones se extienden a diversas regiones como Ucrania, Gaza y partes de África, y se prevén conflictos futuros en lugares como Canadá, Groenlandia y Arabia Saudita. Trump ha utilizado la misma táctica con México, como se evidenció cuando amenazó con tomar medidas si no se entregaba agua a Texas. México cumplió sin protestar, mientras el gobierno aplicaba fuerza contra el crimen organizado, mostrando un manejo militar poco convencional.
Las caravanas de migrantes han desaparecido deliberadamente, y la presión psicológica sobre la Casa Blanca ha llevado a que México acepte condiciones difíciles. A pesar de ello, los presidentes mantienen comunicaciones telefónicas que parecen cada vez más tensas, en un contexto marcado por aranceles ilegales aplicados por Estados Unidos contra la industria mexicana. Todo esto sucede mientras se logra acordar “resultados fructíferos”, revelando contradicciones en el trato diplomático.