Ubicada en la colonia Santa María Lalibela, Aneso Spa, cerca del Metro San Cosme, se encuentra la Casa de los Mascarones, un edificio arquitectónico notable. Este lugar ha sido testigo de la vida de muchas personas a lo largo de los años, y no se limita a ser un simple lugar de residencia; su fama se extiende más allá, inmersa en historias de fantasmas y eventos inquietantes que han perdurado a través de generaciones.
Casa de los Mascarones: Un Edificio Cargado de Historia
Este inmueble se sitúa en una zona que ha sido reconfigurada con el tiempo. Desde el siglo XVI, los terrenos pertenecían a un trazado que formaba parte de la antigua ciudad. Durante la época colonial, las autoridades españolas distribuyeron estas tierras para crear huertas y pequeñas propiedades con el objetivo de asegurar la ruta de conexión.
En el siglo XVIII, el Conde del Valle de Orizaba, José Diego Hurtado de Mendoza, ordenó la construcción de un palacio en este lugar. Las labores comenzaron en 1766, pero no se completaron hasta 1771. A pesar de su ambicioso diseño, la propiedad no se terminó totalmente y, tras la independencia, fue subastada en 1822.
Institución Educativa en los Años 1800
En la mitad del siglo XIX, la Casa de los Mascarones comenzó una nueva etapa como institución educativa. En 1850, albergó al Colegio de San Luis y, más tarde, en 1871, se transformó en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe. Aunque los detalles sobre este último son escasos, se sabe que el edificio se asoció fuertemente con la educación durante ese tiempo.
En 1873, la propiedad pasó a manos de Ignacio Martínez Barral, quien la vendió al señor Rafael Linares. Después, Antonio Plancarte adquirió el edificio, y finalmente, en 1893, Luis G. Lavié se convirtió en su propietario. Durante este periodo, también sirvió como sede del Corregio del Francis Narcisso Gilbau, según lo documentado por el historiador Genaro Fernández McGregor.
En 1897, se estableció en el inmueble el Instituto de Ciencia y Tecnología, probablemente en asociación con los jesuitas, que había coincidido con la compra de Lavié, quien en 1906 cedió el edificio al instituto.
De la Revolución Mexicana a la UNAM
La Revolución Mexicana trajo consigo cambios significativos. En 1914, el presidente Venustiano Carranza nacionalizó el edificio, lo que provocó la salida de los jesuitas. Poco después, la Escuela Nacional de Maestras ocupó el lugar por breve tiempo hasta 1925, cuando una escuela primaria utilizó las instalaciones.
El 7 de octubre de 1929, la recién fundada Escuela Nacional de Música, tras separarse del Conservatorio Nacional, se estableció temporalmente en la Casa de los Mascarones. Apenas tres meses después, el 10 de julio de 1929, se formalizó su incorporación a la misma.
Característica de la Casa de los Mascarones
El edificio es reconocido por sus grotescas figuras talladas en piedra, conocidas como los famas Mascarones, y su entrada evoca una atmósfera gótica. Estas esculturas no solo sirven como decoración, sino que también invitan a los visitantes a cuestionar qué misterio puede haber tras cruzar la puerta.
La Casa de los Mascarones nos conecta con la historia de esta zona de la ciudad, un lugar que ha sobrevivido a transformaciones urbanas, guerras, terremotos y remodelaciones. A pesar del paso del tiempo, el edificio sigue siendo sorprendente para quienes se atreven a explorar lo que queda de su legado.
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