Le pusieron una bata blanca y un cintillo de flores sobre su cabello rizado. Daniela Patricia Ferra Reyes, de ocho años, apareció en el tribunal de inmigración de Dallas (Texas) como si fuera una princesa, como describe su madre, Letties Rachel Reyes. “La elogiaron mucho en el tribunal, le decían que era una princesa, así la veía yo”, relata. La familia salió de su casa en Amarillo, al norte del estado, alrededor de las cinco de la mañana, tiempo suficiente para llegar a la corte, donde esta sería la primera vez que se enfrentaría a la justicia estadounidense desde su llegada al país en 2022.
El 31 de marzo, se sentó en el banquillo mientras la jueza la llamaba junto a su madre. “Recuerdo que el ambiente era incómodo”, señala Reyes, de 33 años. La madre, activista política de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), llegó a Estados Unidos en 2019, después de que su hija naciera. La protección de la niña dependía del estatus legal de la madre en el país.
La situación se complicó a medida que se recordaba la angustia que enfrentan muchas familias. Las dificultades de la vida diaria se sumaban al temor de ser deportados, alimentando un ambiente tenso. Cuando finalmente pudo viajar a Estados Unidos, después de recibir la advertencia de que sería encarcelada si regresaba, Reyes decidió no volver a Cuba y establecerse en Texas.
En la corte, mientras intentaba explicarse con la ayuda de una intérprete, enfrentó constantes interrupciones. “Apenas me dejaron hablar, me interrumpieron seis veces”, afirma. “La jueza fue dura, pero la traductora también. Me decía: ‘Señora, por favor, hable más despacio, necesito que sea más precisa en lo que dice’. “
En el banco de madera, Daniela estaba visiblemente nerviosa, con la cabeza gacha. Ese lunes tuvo que faltar a la escuela para asistir al tribunal, un lugar frío y distante donde otros niños y padres también mostraban signos de ansiedad. La niña escuchaba con atención mientras su madre intentaba calmarla. “Sentía que me pedía gritos: ‘mamá, sácame de aquí'”, cuenta Reyes. “Ella sabía que estaban hablando de deportación y pensaba que la sacarían del país”.
Ante la jueza, Reyes hizo lo posible para evitar que su hija fuera deportada a Cuba, argumentando que era una niña. “Señora jueza, no estoy de acuerdo con que mi hija sea deportada a ningún país, porque es una niña”, le dijo. Daniela tiene hasta noviembre para reunir pruebas en su defensa y demostrar que su estadía en Estados Unidos es necesaria.
La situación de los niños inmigrantes se ha vuelto crítica en los últimos meses tras el anuncio de la administración de Donald Trump sobre el recorte de fondos. Aunque una jueza revocó la medida, el mensaje quedó claro: entre los millones de inmigrantes que el gobierno planea deportar, los niños no son la excepción. La madre de Daniela teme que su hija sea regresada a Cuba, donde no tendría seguridad sin su madre. “Lo viví con mi padre. Sabe que su vida sería un peligro allí”, enfatiza.