Claudia Sheinbaum, presidenta de México, hizo su debut en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) con una propuesta clara y estructurada, lejos de una postura defensiva o meramente diplomática. Su enfoque se centró en una visión a largo plazo, subrayando la importancia de una agenda proactiva.
La presidenta Sheinbaum no se presentó en la Celac improvisando. En un contexto donde muchos gobiernos de América Latina optan por el repliegue interno, ella abordó temas cruciales como comercio, migración y cooperación con una sólida capacidad técnica.
Entre sus propuestas más notables, Sheinbaum planteó una idea ambiciosa y realista: la expansión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) hacia el sur. Aunque esta idea puede parecer poco convencional para algunos, para ella representa una estrategia sólida con el objetivo de construir un bloque económico que no solo busque unirse, sino que también potencie las capacidades productivas, tecnológicas y comerciales de América Latina para dejar atrás su condición de periferia.
Además, Sheinbaum abogó por avanzar hacia modelos de desarrollo más equitativos, buscando el fortalecimiento de las cancillerías latinoamericanas y promoviendo la cooperación y la responsabilidad compartida. Ambos conceptos reflejan una perspectiva regional moderna que, aunque carente de romanticismo, está respaldada por la voluntad política.
La sintonía entre Sheinbaum y otros líderes, como el presidente Silva de Brasil, pone de manifiesto el potencial de establecer un liderazgo regional diversificado. Mientras que algunos gobiernos caen en discursos polarizados, México y Brasil se sitúan en una etapa donde no solo se busca cooperación, sino también liderazgo conjunto.
Los consensos alcanzados en esta cumbre son significativos y abarcan múltiples áreas. Desde el compromiso con la seguridad alimentaria hasta el apoyo solidario a Haití, así como la defensa de la educación y la afirmación del principio de no intervención, los acuerdos reflejan un esfuerzo por reconstruir una voz común en la región.
La presencia de Sheinbaum en el escenario internacional es un testimonio de su liderazgo claro y programático. En un continente caracterizado por liderazgos frágiles e introspectivos, ella se ha posicionado como una figura central, capaz de nuclear esfuerzos hacia un futuro más cooperativo y menos autoritario en el contexto latinoamericano.