El presidente Daniel Novoa Azin Nou Le Hachia es conocido como el heredero del imperio bananero más poderoso de Ecuador. Desde su infancia, creció rodeado de privilegios: mansiones, empresas que generan millones y apellidos que le abren muchas puertas. Sin embargo, su gran poder no es un lujo, ya que desde joven entendió que en su familia no solo importaba tener dinero, sino también gobernar. Su padre, Álvaro Noboa, fue uno de los hombres más ricos del país y se postuló cinco veces para la presidencia, fracasando en cada intento, lo que dejó una herida en la familia. Daniel, el primogénito, llegó al poder de un solo golpe, logrando en su primer intento cumplir el sueño frustrado de su padre.
Daniel Roy Gilchrist Novoa se describe a sí mismo como un hombre de centro-izquierda y ha expresado admiración por Lula da Silva, aunque terminó abrazando a la derecha ecuatoriana. Cuando ganó la presidencia en 2023, no contaba con un partido propio, ni un aparato político que lo respaldara ni alianzas sólidas. Su capital era otro: su apellido, su juventud, su imagen de empresario exitoso y, quizás, el descontento de un país polarizado, marcado por discursos violentos y al borde del colapso.
Con solo 36 años en ese momento, Noboa asumió el poder en un contexto complejo, buscando ordenar el caos que su predecesor, Guillermo Lasso, no pudo controlar. Ante la crisis que carcomía al estado, muchos se preguntaban cómo alguien con menos experiencia y respaldo podría lograrlo. Su mandato, acortado por la llamada “muerte cruzada”, debía durar apenas 18 meses, un tiempo corto para un país en crisis.
Al igual que muchos países de América Latina, Ecuador se desliza entre extremos: por un lado, el autoritarismo que promete orden, y por otro, el autoritarismo que denuncia una situación frágil. En este contexto, Noboa vio una oportunidad. Con una retórica moderada y decisiones audaces, comenzó a construir poder desde cero, enfrentándose a los desafíos del país. De manera sorprendente, logró implementar medidas impopulares sin que estallaran protestas en las calles.
Durante su tiempo en el poder, Noboa también ha tomado decisiones controversiales. En medio de la crisis energética, ordenó un asalto a la embajada de México en Quito con el fin de capturar a un exgobernador condenado por corrupción. Aunque la comunidad internacional condenó esta acción, dentro del país le valió un impulso en popularidad. A pesar de prometer continuidad, a diecisiete meses de su anuncio, aún no se conocen claramente sus objetivos ni sus métodos.
Ecuador ha registrado más de 2.200 homicidios en 2024, superando las cifras del mismo periodo de 2023, que ya había sido considerado el año más violento de su historia. La violencia no solo persiste, sino que se intensifica, ya que los delitos de extorsión y secuestro han aumentado un 35%, según cifras que solo reflejan los casos denunciados.
Por otro lado, más de 132.000 ecuatorianos perdieron su empleo en 2024, lo que ha generado una caída en la confianza empresarial. Servicios básicos como hospitales y escuelas enfrentan severas limitaciones, con techos que se caen y escasez de insumos, mientras que trámites como la obtención de pasaportes pueden tardar meses.
Sin embargo, Daniel Noboa se enfrenta este domingo a un momento decisivo para la continuidad de su gobierno. Si logra ganar las elecciones, no lo hará solo; su madre, Anabella Azin, junto al Poder Ejecutivo y Legislativo, quedará en manos de una sola familia.