El sistema de transporte público más grande del país, respaldado por Trump, ha sido impulsado moral y económicamente por figuras como Elon Musk (SpaceX), Sam Altman (OpenAI) y Mark Zuckerberg (Meta), entre otros. Estos episodios están ligados al gobierno de Trump, quien no solo representa a los Estados Unidos, sino que busca desafiar la dominación tecnológica del siglo XXI.

Con su llegada al poder, Trump presentó el Proyecto Stargate, una iniciativa orientada al desarrollo de la inteligencia artificial (IA) por parte del gobierno, con un presupuesto de 500 millones de dólares, provenientes tanto del sector público como de inversores privados como Oracle, Dell, Ellison, y Nvidia. Este proyecto es considerado esencial para el modelo de gobernanza de Estados Unidos.

El objetivo del gobierno era fomentar el crecimiento económico y crear 100,000 empleos. Además, la IA General (IAG) tiene la capacidad de superar la inteligencia actual, en un evento que implicó un esfuerzo nacional para entender y enfrentar las crisis, como la pandemia de COVID-19. En este contexto, quien logre perfeccionar la IAG tendrá el control del futuro.

Sin embargo, justo el 20 de enero, horas antes de que Trump asumiera la presidencia, se reveló Reasoning 1 (R1), un modelo de IA desarrollado en China por DeepSeek. Esto planteó serias dudas sobre la supremacía de la tecnología estadounidense y cuestionó las prioridades comerciales de Nvidia, una empresa clave en la producción de microchips para OpenAI, Meta, Google y otros.

El impacto no fue solo económico o tecnológico, sino principalmente narrativo. El protagonismo de China en el desarrollo de modelos avanzados fue evidente en la divulgación de las capacidades de R1, que logró realizar procesos que los modelos estadounidenses, aunque más costosos, no pudieron igualar. Lo más revelador fue que el costo total de desarrollo de R1 fue de menos de seis millones de dólares, comparado con los cientos de millones invertidos por las grandes empresas estadounidenses.

Por mucho tiempo, inversores y empresarios confiaron en las estrategias de Nvidia. Sin embargo, R1 demostró ser una IA que no solo igualaba, sino que sobrepasaba a los modelos estadounidenses en eficiencia y velocidad de resolución de problemas técnicos, lo que generó incertidumbres sobre la posición de Nvidia en el mercado.

El descubrimiento de R1 marcó un cambio significativo en el sector tecnológico. Hasta la llegada de este modelo, las empresas estadounidenses planeaban depender de las IA desarrolladas por OpenAI y Google. La superioridad de la tecnología china se ha vuelto evidente y plantea la pregunta de si este será el primer gran fracaso global del mandato de Donald Trump.

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