Las protestas de los familiares de los desaparecidos en México marcaron esta semana la entrada al Senado, donde diversas voces exigieron medidas concretas para afrontar una situación alarmante. La problemática de la desaparición forzada se ha convertido en una realidad desgarradora para muchas familias que reclaman justicia y respuestas.
Una madre compartió cómo su hijo fue reclutado a la fuerza por cárteles de la droga y, al poder regresar de esa pesadilla, se enfrentó a un sistema que le ofrecía poco apoyo. Sumida en el dolor, la madre suplicaba a las autoridades que le dieran “un huesito” de su hijo desaparecido, reflejando la angustia de muchas que buscan conocer el destino de sus seres queridos.
Durante las manifestaciones, decenas de colectivos provenientes de diferentes partes del país se reunieron con parlamentarios y funcionarios, demandando respuestas y soluciones para los desaparecidos. La situación se agrava, según la ONU, por la impunidad generalizada y la falta de acción efectiva de ciertas autoridades.
Entre las propuestas gubernamentales, se mencionó la necesidad de crear un sistema más confiable que facilite la identificación de los desaparecidos, utilizando datos como números de identificación, fotografías y huellas dactilares. Se resaltó que la falta de recursos y de funcionarios comprometidos obstaculiza estas acciones vitales.
“Necesitamos exhumaciones, pero nunca hay presupuesto o funcionarios dispuestos a apoyar”, afirmó un activista en el Senado. A pesar de que las leyes necesarias ya existen, la falta de información y ejecución es palpable. También se pidió la creación de un protocolo efectivo para proteger a quienes buscan a los desaparecidos tras una serie de amenazas y ataques que han sufrido.
Este semana, la cifra de desaparecidos en México superó los 127,000, lo que representa miles más que hace tan solo un año. La reciente identificación de un rancho en Zacatecas que Sirvió como centro de reclutamiento del crimen organizado y el hallazgo de restos óseos refuerzan la gravedad de la crisis que enfrenta el país.
Mientras algunos esperan que se tomen decisiones positivas, otros permanecen escépticos, cansados de promesas incumplidas. A menudo, ni siquiera se invitan a todos los colectivos afectados a las reuniones. “Es fundamental ser críticos y responsables, para que estas reuniones no se tornen en política de control”, expresó un integrante de un colectivo en Jalisco.