José Luis Caballero Ochoa, un hombre de 60 años originario de Chihuahua y académico en México, representa la esperanza. Nació y creció en Chihuahua, donde se ha involucrado en causas civiles relacionadas con la igualdad y otros temas vinculados a los derechos humanos. En 2011, participó en la elaboración de una propuesta de reforma constitucional que buscaba asegurar el acceso de todos los mexicanos a los derechos humanos reconocidos. Desde hace 25 años, es profesor en la Universidad Iberoamericana y, desde septiembre pasado, ocupa un puesto en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Desde su residencia en la Ciudad de México, Caballero Ochoa comparte su perspectiva sobre su nombramiento. Se muestra optimista, a pesar del complicado escenario regional y global que enfrenta, lleno de amenazas que se deben superar. Explica que, si bien los derechos humanos siempre han enfrentado desafíos, actualmente existe una diferencia notable: antes había una conciencia más clara acerca de la necesidad de una constitución democrática y de los esfuerzos civilizatorios. Hoy en día, su defensa no solo debe lidiar con violaciones, sino también con sociedades y estados escépticos y, en algunos casos, abiertamente negacionistas.
En respuesta a la pregunta sobre qué es lo que más necesita un país como México, que enfrenta crisis de desapariciones y violencia, Caballero Ochoa explica su compromiso regulatorio en tratar estos temas. Describe que hay un fenómeno macriminal que afecta a la región, el cual se alimenta del reclutamiento de jóvenes en condiciones de pobreza. Esto está causando conflictos que son cada vez más complejos, como las desapariciones, que obligan a entender problemáticas más profundas.
El académico enfatiza la importancia de la esperanza en un entorno donde la percepción de los derechos humanos se torna cada vez más difícil. Asegura que todos los gobiernos elegidos deben tener en su agenda la defensa de estos derechos, ya que la vigencia de los mismos está intrínsecamente ligada a un orden democrático. La democracia no solo se sostiene a través de elecciones, sino que también requiere un compromiso real por parte de las autoridades para proteger los derechos fundamentales.
Frente a preocupaciones sobre la situación mundial y el aumento del nacionalismo, Caballero Ochoa menciona que la humanidad ha sido históricamente testigo de movimientos migratorios. Sin embargo, describe el contexto actual como uno marcado por un resurgimiento de actitudes racistas y una creciente presión para cerrar fronteras, lo que complica la vida de muchos migrantes. Este clima de incertidumbre deja a muchos vulnerables, convirtiéndolos en víctimas de redes de criminalidad organizada.
En su análisis sobre los Estados Unidos y su rol en la esfera interamericana, menciona que el gobierno estadounidense muestra un escepticismo que impacta en el desarrollo de su país. Se preocupa por la forma en que este tipo de actitudes se están normalizando, lo que puede tener repercusiones negativas para otras naciones del continente. Destaca la necesidad de un enfoque común entre países para enfrentar desafíos compartidos, especialmente en la defensa de los derechos humanos y la justicia social.
Caballero Ochoa también señala que los estados que financian a la CIDH lo hacen buscando supervisión de sus políticas internas, aunque eso conlleve un hecho paradójico: se debe cooperar internacionalmente con organismos que también critican sus acciones. Esto subraya la importancia de la rendición de cuentas y la protección de los derechos en todos los niveles, reflejando un compromiso auténtico con la democracia y el bienestar de la sociedad.