A pesar de que Moscú ha anunciado un alto el fuego temporal, la presión militar continúa en el frente. Las negociaciones diplomáticas avanzan de manera lenta y complicada, pero en el campo de batalla, las pérdidas se contabilizan en vidas humanas.
En un hospital militar ubicado en el este de Ucrania, los heridos llegan en grandes cantidades a bordo de ambulancias. La situación se vuelve cada vez más crítica, con hombres y mujeres que sufren las consecuencias de los bombardeos y los enfrentamientos armados.
Algunos heridos logran caminar, mientras que otros son transportados en camillas, llevados rápidamente por carreteras en mal estado. La mayoría de aquellos que sufren heridas relativamente leves son hombres que han sido alcanzados por metralla.
Maksym, un hombre de 30 años, confirma la situación y opina que la posibilidad de un alto al fuego es escasa, afirmando que “los asesinos no se ponen de acuerdo tan fácilmente”. Los sentimientos de desconfianza son palpables entre los soldados que han sufrido pérdidas significativas en sus filas.
Desconfianza hacia Rusia
Un soldado llamado Vova, quien se encuentra cerca del frente, expresa su escepticismo sobre cualquier alto el fuego, mencionando que en la ciudad de Pokrovsk, que está bajo asedio, se experimentan ataques rusos diariamente. La duda persiste, como señala: “Dudo que haya una tregua”.
Otro soldado, Maksym, relata que esta es la segunda vez que resulta herido en el conflicto, y aunque anhela un alto el fuego, tiene muchos amigos que han sido sacrificados. “Me gustaría creer que todo va a acabar, pero no se puede confiar en Rusia. Nunca”.
El autobús del batallón médico de voluntarios ucranianos, conocido como los Hospitalarios, transporta a decenas de soldados heridos diariamente. Sofiia, una médica de 22 años que ha estado en el campo durante 18 meses, comparte su deseo de paz, pero también expresa la realidad que enfrenta: “Puedo creerlo, pero realmente desearía que sucediera”.
Realidad en el frente
Los estruendos de la artillería se escuchan a medida que se acercan al frente, y los soldados siguen esforzándose por evacuar a los heridos mientras están bajo fuego enemigo. La lucha continúa, y muchos han tenido que enfrentar esta dura realidad día tras día.
A pesar de las condiciones difíciles, hay destellos de esperanza, como la reanudación del apoyo militar por parte de Estados Unidos a las fuerzas ucranianas. Algunas brigadas operan con equipo estadounidense y reciben entrenamiento en tácticas avanzadas.
Sin embargo, los soldados son cautelosos y expresan sus dudas sobre el futuro. “Tengo mis reservas”, contesta Ivan, un conductor, cuando se le pregunta sobre el apoyo que en algún momento se detuvo. La perspectiva de un cambio es incierta, y la desconfianza hacia posibles altos al fuego sigue latente en el ambiente bélico.
