Durante la década de 1980, miles de salvadoreños y guatemaltecos comenzaron a llegar a los Estados Unidos. Varias Iglesias establecieron programas para ofrecer refugio y protección frente a políticas federales que eran severas y restrictivas. La visión conservadora en el país sostiene que resulta complicado encontrar un lugar que se asemeje a un hogar para estas personas.
Grandes ciudades, como Los Ángeles y San Francisco, se convirtieron en santuarios. Aquellas comunidades liberales han buscado maneras de apoyar a sus habitantes, pero también se han visto afectadas por la atención hacia otras poblaciones vulnerables. Sin embargo, este fenómeno es común gracias a los municipios estadounidenses.
Según el Centro de Investigación de Inmigración, en Estados Unidos existen alrededor de 230 estados, condados y ciudades consideradas como santuarios, destacando ciudades como San Francisco, Los Ángeles, Nueva York, Denver y Chicago. Esto ha permitido que quienes viven entre ambos países encuentren al menos un lugar en el que puedan sentirse seguros, a pesar de la represión migratoria en su país de origen.
¿Dónde y por qué surgieron?
El movimiento de ciudades santuario comenzó con Oregón, que se convirtió en el primer estado santuario en 1987. San Francisco le siguió como la primera ciudad santuario de Estados Unidos, especialmente desde 1989.
Ese año, San Francisco aprobó regulaciones para proteger a los inmigrantes de la deportación. Estas medidas dificultaban el acceso a los servicios públicos. También durante los años 80, ciudades como Nueva York y Chicago implementaron acciones para salvaguardar a los inmigrantes.
Sin embargo, el aumento de estas áreas de refugio empezó en la década de 2000, con políticas en estados como Illinois, Massachusetts, Washington, California y Nueva Jersey, así como en ciudades como Denver. A partir de 2007, la atención de las ciudades santuario se desplazó de los migrantes irregulares latinoamericanos hacia un enfoque más amplio sobre la migración. Esa perspectiva ha sido crucial para el desarrollo local.
Hoy en día, San Francisco sigue siendo una ciudad santuario. Por ejemplo, se niega a colaborar con las órdenes de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y no permite que se indague a los residentes sobre su estatus migratorio. Además, ofrece servicios a los migrantes, como asistencia legal, sanitaria y un documento de identidad local.
Trump Contra las Ciudades Santuario
Antes de asumir la presidencia, Donald Trump ya había prometido deportar a millones de migrantes. En su primer día en la Casa Blanca, firmó órdenes ejecutivas destinadas a erradicar la inmigración irregular y a implementar una “machinación” de deportaciones. Durante su campaña, advirtió sobre las ciudades santuario y su falta de cooperación.
Además, Trump designó a Tom Homan como “zar de la frontera”, un defensor de medidas drásticas contra la inmigración. Homan ha afirmado que el gobierno puede utilizar fondos federales para aplicar estas nuevas políticas y amenazas. Este enfoque ha suscitado reacciones en varias ciudades, algunas como Nueva York han adoptado un enfoque más abierto mientras que otras, como Los Ángeles, han endurecido su postura.
La administración de Trump argumentó que los migrantes irregulares fomentan la delincuencia, sin embargo, un estudio publicado en 2021, y que fue presentado al Congreso, demostró que las tasas de criminalidad son más bajas en las ciudades santuario. Asimismo, se advirtió que las medidas agresivas contra la migración a nivel local pueden tener repercusiones negativas en la salud pública.