La Segunda Guerra Mundial formó una etapa clave para la economía de Estados Unidos, que se consolidó como una de las más fuertes a nivel global. El dólar estadounidense rápidamente se situó en el núcleo de la recuperación económica mundial.
Los Acuerdos de Bretton Woods reforzaron esta situación como una consecuencia natural de la realidad internacional. Este sistema permitía que el dinero impreso por Estados Unidos fuera aceptado globalmente como reserva de valor, lo que, en esencia, exportaba su inflación al resto del mundo. Historia tras historia, queda claro que siempre ha existido un gran interés por la moneda estadounidense.
Sin embargo, este privilegiado estatus del dólar también se convierte en una carga para las economías de otros países, ya que implica una constante dependencia de la divisa que puede erosionar la competitividad nacional. Este fenómeno, conocido como el “dilema de Triffin”, obligaba a Estados Unidos a mantener déficits comerciales permanentes mientras se satisfacía la demanda global de dólares, afectando a su sector industrial. Así, como la obra de Dorian Gray, lo que se mostraba hacia el exterior ocultaba un deterioro interno.
La caída del sistema de Bretton Woods en 1971 no significó el fin de la supremacía del dólar, sino su transformación. El mundo continuó utilizando esta moneda no por su respaldo en oro, que comenzó a desvanecerse desde el inicio de Bretton Woods, sino por la confianza depositada en la economía estadounidense y sus instituciones. El colapso del bloque soviético entre 1989 y 1991 fortaleció aún más esta hegemonía, consolidando un sistema financiero centrado en el dólar. Esta privilegiada posición permitió a Estados Unidos mantener déficits comerciales y fiscales, sin que ello comprometiera la fortaleza de su divisa, algo que resulta muy difícil para otras economías a nivel global.
No obstante, las decisiones económicas y geopolíticas de la administración Trump están poniendo en riesgo los cimientos de esta confianza, desencadenando preocupaciones sobre un posible debilitamiento del dólar. Este siglo divergente nos presenta desafíos donde las alianzas se reconfiguran, y la certidumbre se tiñe de incertidumbre.
Se podría pensar que la administración Trump busca exactamente esto: socavar el papel del dólar en las instituciones financieras internacionales. El periodo actual parece llevar a una inestabilidad que podría degenerar en situaciones de crisis. Sin embargo, lo que realmente se necesita es asegurar un equilibrio económico, algo que parece estar en riesgo con las políticas actuales.
A medida que se intensifica esta incertidumbre, los mercados financieros y los bancos centrales comienzan a contemplar la posibilidad de un sistema financiero sin el dólar en el centro, algo que antes parecía inimaginable. Aunque el dólar representa más del 57% de las reservas oficiales globales, su dominio podría empezar a disminuir si las estrategias de los líderes mundiales se modifican en respuesta a las circunstancias actuales.