La isla Pagasa, cuyo nombre significa “esperanza”, abarca 37 hectáreas y apenas ofrece espacio suficiente para sus residentes.
Administrada por Filipinas, la isla carece prácticamente de recursos.
Sus alrededor de 300 habitantes residen en pequeñas casas de madera, se dedican a la pesca en las aguas turquesas circundantes y cultivan lo que les permite su suelo arenoso.
No obstante, no están solos. En la costa oeste, hay una flota de barcos, todos operados por China: marina, guardia costera y lo que se conoce como milicia marítima.
Estos son grandes buques pesqueros adaptados para mantener el dominio chino en la región. Al acercarnos a Pagasa, contamos al menos 20 barcos.
En la última década, China ha incrementado su presencia en el mar de China Meridional, ocupando arrecifes de coral y construyendo tres grandes bases aéreas en ellos.
Ha también desplegado cientos de barcos para consolidar su reclamo sobre casi todas las rutas marítimas clave hacia el sur desde las principales ciudades costeras de China.
Pocos países del Sudeste Asiático que también reclaman islas en esta zona han osado desafiar a China; solo Vietnam y Filipinas lo han hecho, aunque sus ejércitos son considerablemente más pequeños.
Pagasa, también conocida como Thitu, es la más grande de las islas en disputa. Su población civil, escasa en otras islas del mar de China Meridional, la hace especial desde la óptica de Filipinas, reforzando sus reivindicaciones.
“Pagasa es crucial para nosotros”, afirma Jonathan Malaya, director general adjunto del Consejo de Seguridad Nacional de Filipinas, destacando que la isla dispone de una pista de aterrizaje y comunidades residenciales.
“Genera su propio mar territorial de 12 millas náuticas”, agrega, convirtiéndola en un elemento clave para la presencia filipina en la región.
El viaje a Pagasa puede tomar entre dos y tres días en barco desde Palawan, o alrededor de una hora en avión, pero ambos trayectos son propensos a tormentas.
Antes, solo aviones pequeños podían aterrizar, pero tras la reciente ampliación de la pista, ahora pueden recibir aviones de transporte C130.
Sin embargo, el viaje en dichos aviones puede ser incómodo, con carga que va desde colchones hasta suministros militares, todo ello traído desde el exterior.
Recientes mejoras incluyen un nuevo hangar para proteger los aviones de las tormentas y una torre de control en construcción para barcos más grandes.
Filipinas tomó control de Pagasa de Taiwán en 1971, y desde 1978 ha alentado la asentación civil. Las familias reciben donaciones mensuales de alimentos y otros bienes esenciales.
A pesar de contar con electricidad y conexión a internet móvil desde hace cuatro años, la pesca es la única forma de vida viable, aunque se ha vuelto más difícil debido a la presencia china.
Larry Hugo, un pescador que lleva 16 años en la isla, ha documentado el creciente control chino, revelando, por ejemplo, cómo su bote fue amenazado por un barco de la guardia costera china en 2021.
El acoso estatal lo ha forzado a pescar en áreas más cercanas a su hogar, donde las reservas de peces están disminuyendo.
Realyn Limbo, profesora en la isla, destaca el crecimiento de la escuela, que ahora alberga a más de 100 alumnos. Para ella, Pagasa es un paraíso tranquilo.
A pesar de la belleza del lugar, la atmósfera es tensa debido a la evidente presencia de China, que amenaza constantemente a los pescadores.
Jonathan Malaya reafirma que el gobierno ha presentado protestas diplomáticas formales semanales frente a la Embajada de China por su presencia en lo que Filipinas considera así aguas territoriales.
La política filipina, sujeta a cambios con nuevos gobiernos, contrasta con la estabilidad de las decisiones chinas en la región.
