Majestuosidad de santos católicos en el arte barroco de vidrieras en catedrales. Todos los días hay una celebración onomástica. (Imagen ilustrativa Infobae)

Desde hace muchos años, e incluso siglos, era común que los padres eligieran el nombre de sus hijos según la celebración del santo del día. Esta costumbre perdura en las tradiciones católicas y ortodoxas, donde se felicita a las personas en su onomástico. Por ejemplo, en las tradicionales “Mañanitas” se menciona: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.

El término “onomástico” se refiere al día en que se conmemora un santo, aunque muchas personas lo confunden con el cumpleaños, lo cual es incorrecto, ya que está relacionado únicamente con el santoral.

Como señala el calendario santoral, se recuerda a hombres y mujeres que han tenido vínculos especiales con lo divino, destacándose por sus acciones altruistas y ética. Estas virtudes les valieron ser canonizados o beatificados, integrándose al santoral.

Este es el santoral correspondiente al sábado 24 de mayo.

María, Auxilio de los Cristianos, es reconocida como mediadora para la humanidad. En su papel como Madre del Redentor y por su contribución en la corredención, es vista como ayuda para todos. La veneración de María Auxiliadora tiene raíces profundas en la historia cristiana, llevándola a ser considerada la “que trae auxilios del cielo”.

La devoción hacia María Auxiliadora fue promovida por San Juan Bosco, quien inició la construcción de la Basílica en su honor en Turín en 1868, impulsado por visiones de la Virgen. Desde entonces, su figura se ha consolidado como símbolo de esperanza y fe entre millones de cristianos, que recitan la oración: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”.

Además de María Auxiliadora, en este día se celebran otros santos y mártires, tales como San Mánahen, Beato Luis Ceferino Moreau, San Vicente de Lérins y San Simeón Estilita el Joven, entre otros.

El santoral comprende a personas veneradas por la Iglesia por haber sido proclamadas santos o beatos. El proceso de canonización consta de cuatro etapas: ser nombrado siervo de Dios, venerable, beato y finalmente santo, permitiendo así el reconocimiento y culto público. Se estima que actualmente hay cerca de nueve mil santos reconocidos por la Iglesia.

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