Se registró un sismo de magnitud 4.2 a las 20:46 hora del centro (2:46 UTC) el 21 de abril. El epicentro se localizó a 102 km de las provincias del país, según el boletín preliminar del Servicio Sismológico Nacional (SSN).
Es vital seguir las recomendaciones del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred). Después de experimentar un terremoto, se aconseja revisar el estado de la vivienda en busca de posibles daños y evitar el uso de encendedores o velas hasta asegurarse de que no haya fugas de gas.
Además, se sugieren medidas preventivas antes de un temblor, como elaborar un plan de protección, establecer rutas de evacuación y reconocer las zonas seguras en el hogar, escuela o trabajo.
Durante un sismo, es esencial mantener la calma y resguardarse en un lugar seguro, alejándose de objetos que puedan caer, así como de vehículos, estaciones y edificios, especialmente en zonas costeras o elevadas.
México, debido a su ubicación geográfica, está expuesto constantemente a terremotos. En 1985 y 2017, se vivieron eventos sísmicos devastadores que causaron grandes daños en la nación. Aunque esos son los más recordados, hay otros temblores de magnitud significativa en la historia del país.
El terremoto más fuerte registrado en la historia de México ocurrió el 28 de marzo de 1787 durante la época colonial, con una magnitud de 8.6. Esto resalta la necesidad de estar preparados para estas eventualidades, dado su alto potencial destructivo.
Según datos del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES), el epicentro de muchos temblores en la región se localiza en las costas de México y Centroamérica, donde existe una acumulación significativa de energía geológica en la denominada brecha de Guerrero.
