La política mexicana ha sido trazada con la caligrafía de sus caudillos: movimientos infantiles y temblorosos que, en ocasiones, rasgan el papel. Esta zona es reconocida como la que ha llevado el avance del país durante décadas, marcada por la influencia de señores feudales que, en muchas ocasiones, han perdurado en el poder a lo largo del tiempo.
Simple como las costumbres del mundo, la política familiar se ha manifestado en parejas, hijos y hermanos como tentáculos del mismo sistema. El ciclo se repite cada determinado tiempo, ocupando nuevamente los mismos espacios; el patriarca se convierte en un ser casi solar, alimentándose de la atención y los reflectores.
No le preocupa al caudillo reducir a sus familiares a meros instrumentos básicos. Hombres y mujeres de relleno, en medio de la lucha contra el nepotismo, experimentan tiempos difíciles, observando con paciencia cómo otros se aferran a sus privilegios. Intentan frustrar iniciativas que pretenden cambiar este statu quo, argumentando con bravura que esta monarquía de facto está justificada. “El artículo 35 de la Constitución dice que todo mexicano tiene derecho a votar y a ser votado, ¿cómo lo borramos?”, cuestiona uno de los afectados.
Los participantes en este sistema están conscientes de su relevancia y, por ello, emergen nuevos frentes de batalla contra el machismo, específicamente aquel que se ha enquistado en la política mexicana. La reforma planteada por Claudia Sheinbaum busca mitigar los excesos del machismo en este ámbito.
Es relevante reconocer que, más allá de fronteras, se enfrenta a un macho alfa cuya política se reduce a golpes teatrales sobre la mesa: gritos, amenazas y un catálogo de aspavientos físicos que buscan intimidar. Esta amenaza externa se suma a las internas, generando un clima cada vez más insostenible.
La política, que durante décadas fue un club exclusivo de hombres, está experimentando un cambio notable. A pesar de que el sistema muestra signos de resistencia, los hechos demuestran que las antiguas prácticas están empezando a ser cuestionadas. La iniciativa contra el nepotismo es un ejemplo claro que establece las bases para construir un mejor modelo de gobierno, avanzando hacia un futuro más equitativo.
Edición: Fernando Sierra