Heraldo de México
Mónica Torio Hernández
Octubre 2025
En Latinoamérica, las democracias electorales coexisten con fosas clandestinas y morgues saturadas, mientras familias buscan a sus seres queridos desaparecidos. Ejemplos de México, Colombia y Brasil demuestran cómo la violencia se ha vuelto parte del gobierno. Este artículo examina la región como un laboratorio de “necropolítica” y sus repercusiones en el escenario internacional.
Gestión de la muerte
En un campo cercano a Veracruz, mujeres utilizan palas para marcar la tierra con cal, guiadas por un croquis anónimo que sugiere la posible ubicación de cuerpos. En medio de las piedras húmedas, hallan prendas y fragmentos óseos, registrando cada descubrimiento con un celular, ya que no hay peritos disponibles. Mientras, en un laboratorio forense colapsado, familias aguardan durante meses o incluso años los resultados de pruebas genéticas. En los refrigeradores, cuerpos sin identificar se amontonan. La fosa y la espera en la ventanilla son diferentes, pero ambas reflejan un mismo sistema: un Estado que gestiona la muerte en lugar de proteger la vida.
Gobernar a través de la ausencia
La “guerra contra el narcotráfico” en México, iniciada en 2006, ha provocado fracturas en los cárteles y ha multiplicado los homicidios y desapariciones. La militarización que prometía mejorar la seguridad ha establecido un estado de excepción, donde soldados en las calles y policías corruptos sumergen a las comunidades en una atmósfera de violencia. A pesar de los planes oficiales de búsqueda, son las madres quienes se ven obligadas a excavar por sus hijos. Esta realidad evidencia una nueva forma de soberanía: gobernar mediante la ausencia.
No obstante, esta tendencia no se limita a México. En toda Latinoamérica se prueba distintas formas de necropolítica: desapariciones como método de control territorial, economías criminales que monetizan la violencia y alianzas entre el Estado y el crimen que perpetúan la impunidad. Lo que en un país es una anomalía, en otro se convierte en rutina, desdibujando la línea entre democracia y autoritarismo.
Burocracia de la ambigüedad
La burocracia de la ambigüedad, aunque silenciosa, es igualmente cruel. En México, miles de cadáveres se almacenan en morgues desbordadas, mientras familias deambulan de oficina en oficina, repitiendo la misma información. En Colombia, restos exhumados esperan años para su identificación. Aquí, la necropolítica opera bajo el marco burocrático: prolongar la incertidumbre es otra forma de sometimiento.
En conclusión, la violencia se ha normalizado como estrategia de gobierno en Latinoamérica, con el Estado compartiendo su soberanía con actores ilegales mientras las víctimas buscan justicia de manera autónoma. La situación que enfrentan países como México, Colombia y Brasil no es un fenómeno aislado, sino una advertencia para la comunidad internacional. Este contexto desafía los ideales de protección de vida que sustentan el sistema de derechos humanos establecidos tras la Segunda Guerra Mundial.