Las actividades culturales y el ambiente festivo se mantienen en Caracas, como lo evidenció un musical completamente lleno en el Teatro Teresa Carreño. Recientemente, una fiesta de salsa atrajo a más de 1.000 personas en el oeste de la ciudad, mientras la temporada de béisbol también comienza. Sin embargo, en medio del bullicio cotidiano, se percibe un temor creciente sobre las operaciones militares estadounidenses en el Caribe, que se convierte, aunque en voz baja, en un tema recurrente en las conversaciones diarias.
Ivonne Caña, que pasea por Chacao, expresa la preocupación que siente la población: “El venezolano vive con angustia sobre lo que pueda pasar”. Mientras algunos guardan una esperanza de cambio, Caña admite que reza por que las transformaciones en el país ocurran sin violencia. Ella cree que la presión internacional, especialmente de EE. UU., podría propiciar un cambio político, aunque anhela que este transcurra pacíficamente.
La inquietud política también se manifiesta en universidades, donde varios estudiantes han mostrado su apoyo a la libertad mediante pancartas con mensajes de protesta sutiles. A pesar de los temores, hay un deseo latente de cambio entre distintos grupos de la sociedad. Venezuela enfrenta una crisis económica profunda y, aunque las dificultades internas son evidentes, las tensiones externas han estado aumentando notablemente.
En el contexto de este panorama, el presidente estadounidense Donald Trump autorizó a la CIA a llevar a cabo operaciones en Venezuela para contrarrestar el tráfico de inmigrantes y drogas. Aunque no dejó en claro si esto implicaría acciones directas contra Nicolás Maduro, su declaración aumenta aún más la tensión entre los dos países. Recientemente, María Corina Machado, una conocida figura opositora, fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz, lo que intensifica la presión sobre el gobierno de Maduro.
A pesar de la incertidumbre, muchos venezolanos se esfuerzan por seguir con sus rutinas cotidianas. Caña, una cocinera, ha comenzado a comprar más alimentos de lo habitual, pues el temor se siente más fuerte por las noches: “No dormimos bien”. Por otro lado, Leonardo Urbáez, un taxista chavista, ha notado un ambiente de nerviosismo en las calles, comparando la situación con la fábula del lobo, donde todos esperan la llegada del peligro.
En contraste, Daniela, una profesional independiente, opta por llevar una vida normalizada en medio de la incertidumbre. Ella confía en que cualquier cambio traerá algo positivo para el país y tiene la esperanza de que las elecciones presidenciales de 2024 restablezcan el orden democrático. No obstante, la oposición a Maduro ha cuestionado los resultados electorales, poniendo en duda la legitimidad del gobierno.
Según Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos, la mayoría de los venezolanos siente que las tensiones con Estados Unidos no representan una amenaza inmediata. Aunque muchos consideran la posibilidad de una intervención, la ruptura violenta no cuenta con el apoyo de la mayoría, que prefiere un enfoque menos agresivo. En un entorno donde la realidad se siente lejana a las alertas sobre conflictos, los ciudadanos tratan de encontrar pequeños espacios de tranquilidad en medio de la ansiedad generalizada.