El Servicio Sismológico Nacional (SSN) reportó un sismo de magnitud 4.1 en el municipio de San Felipe, Baja California.
Según la información preliminar, el movimiento telúrico se registró a las 11:10 del 14 de agosto, a 57 km al noroeste de la ciudad, con una profundidad de 15.5 km.
El epicentro del sismo se localiza en las coordenadas 31.505 grados de latitud y -115.054 grados de longitud.
Hasta ahora, las autoridades no han reportado daños ocasionados por el sismo. Es crucial seguir informándose a través de fuentes oficiales para conocer posibles actualizaciones o medidas que se tomen al respecto.
La información proporcionada por el SSN es preliminar, lo que significa que los datos sobre el sismo podrían ser actualizados más tarde por las autoridades pertinentes.
Cabe mencionar que la predicción de sismos no es posible; actualmente no existe tecnología que permita anticipar cuándo ocurrirá un movimiento telúrico, según recalca el SSN.
México se encuentra en una zona tectónica activa, experimentando numerosos sismos a diario, aunque la mayoría son de baja magnitud y por ello son imperceptibles.
No todos los sismos generan el mismo tipo de sacudida, incluso si están a la misma distancia de una ciudad. La intensidad de los movimientos varía según factores como el tipo de suelo, la distancia al epicentro y la atenuación sísmica, que describe cómo se disipa la energía sísmica, entre otras variables geológicas.
Para el estudio de estos fenómenos, México dispone de dos sistemas clave: el Servicio Sismológico Nacional (SSN) y la Red Acelerográfica Nacional del Instituto de Ingeniería de la UNAM. El primero mide la magnitud y localiza el epicentro de los sismos, mientras que el segundo monitorea cómo se comportan las aceleraciones del suelo durante temblores de gran magnitud.
El Dr. Jorge Aguirre González, coordinador de Ingeniería Sismológica del Instituto de Ingeniería de la UNAM, destaca la importancia de caracterizar el efecto del sitio, que se refiere a cómo reacciona el terreno ante un sismo, ya que no todos los suelos amplifican o atenúan el movimiento de la misma manera. Según estudios de la propia institución, existen alrededor de 20 métodos diferentes para calcular la magnitud de un sismo, lo cual permite obtener mediciones más precisas y útiles para la ingeniería y la protección civil.
México enfrenta un riesgo constante de sismos de gran magnitud, como los acontecidos en 1985 y 2017, que resultaron en numerosas tragedias. A pesar de ser los más recordados, no son los de mayor magnitud registrados en el país.
El terremoto más potente en la historia de México sucedió el 28 de marzo de 1787, con epicentro en Oaxaca y una magnitud de 8.6, provocando no solo vibraciones, sino también un tsunami que alcanzó 6 kilómetros tierra adentro.
Un estudio del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires) realizado en 2009 sugiere que podrían ocurrir grandes sismos de magnitudes 8.6 o mayores en los próximos años en las costas de México y Centroamérica, debido a la acumulación de energía en la Brecha de Guerrero.
Eventos como estos evocan en la memoria de los mexicanos los difíciles momentos del 1985 y 2017, cuando la Ciudad de México se paralizó por las devastadoras consecuencias de cada uno.
El 19 de septiembre de 1985, un sismo se presentó a las 7:19 horas, con magnitud 8.2 y epicentro en Guerrero. Tras este evento, muchos creyeron que algo similar no volvería a repetirse, pero 32 años después, ocurrió de nuevo.
El terremoto de 2017 se registró a la 1:14 horas, con epicentro en la frontera entre los estados de Puebla y Morelos, dejando un saldo de 369 muertes en el centro del país.
