En medio del significativo desajuste actual en las relaciones internacionales y la crisis económica que enfrentan diversas entidades de las Naciones Unidas y organizaciones de la sociedad civil, resulta oportuno revisar cómo se encontraba el mundo en 1975, cuando México fue sede de la Conferencia Mundial sobre la Mujer del 19 de junio al 2 de julio.
Este evento fue crucial para evaluar los logros en derechos de las mujeres hasta ese momento y los desafíos aún por enfrentar. En ese entonces, el multilateralismo había absorbido muchas de las reivindicaciones del movimiento feminista, y la Conferencia de 1975 las unificó y proyectó hacia el futuro.
Por aquel entonces, en la mayoría de los países, las mujeres ya habían obtenido el derecho al sufragio y muchas representantes ocupaban altos cargos gubernamentales. Delegaciones compuestas únicamente por mujeres fueron enviadas por países como Bélgica, Bolivia, Camerún, Colombia, El Salvador, Gambia, Granada, Islandia, Marruecos y Nueva Zelanda.
Además, dos signatarias de la Carta de Naciones Unidas décadas atrás estuvieron presentes en la Conferencia de México 75: la danesa Bodil Begtrup y la brasileña Berta Lutz. También, Bielorrusia y Ucrania tuvieron representación independiente a la de la Unión Soviética, mientras que la delegación de Vietnam del Sur participó aunque la unificación con Vietnam del Norte se produjo un año después. Asistieron tanto las dos Alemanias como naciones que han dejado de existir, como la URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia, Zaire (hoy República Democrática del Congo) y Alto Volta (actual Burkina Faso). La Santa Sede también estuvo presente con varias monjas en su delegación.
Las delegaciones árabes contaron con una destacada representación femenina. Irán fue representada por la princesa imperial Ashraf Pahlavi, y entre los miembros de la delegación se encontraba la joven Zohreh Tabatabai, quien, a pesar de las dificultades posteriores que enfrentaron las mujeres en su país, continuó una carrera diplomática y sigue activa en la OIT.
La inauguración del evento se llevó a cabo en el gimnasio Juan de la Barrera, mientras que las reuniones oficiales se realizaron en Tlatelolco, sede de la cancillería mexicana, y los eventos paralelos de la sociedad civil tuvieron lugar en el auditorio del Centro Médico Siglo XXI.
Durante la conferencia, resonó la voz contundente de Domitila Barrios de Chungara, una mujer andina que denunció la explotación minera en Bolivia y subrayó la falta de atención hacia temas relacionados con mujeres indígenas en la agenda global, poniendo en evidencia los efectos del colonialismo en sus comunidades. Esta conferencia influenció el ámbito jurídico, propiciando reformas legales a nivel nacional y la firma, cuatro años después, de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), donde la embajadora mexicana Aída Gonzáles Martínez jugó un papel clave en su redacción.
Las imágenes que capturaron la alegría y esperanza de las mujeres participantes en la Conferencia de hace 50 años ofrecen fortaleza ante los retos actuales. Nadie hubiera previsto, hace medio siglo, que los derechos de las mujeres, incluso en el norte global, estarían amenazados, que la violencia contra las mujeres se convertiría en un tema central, y que muchos de los derechos adquiridos requerirían esfuerzos sostenidos de las generaciones presentes para evitar un retroceso latente.
Catedrática de la UNAM @leticia_bonifaz