En los últimos meses, la ciudad de Tijuana, que históricamente ha sido un punto clave en el tránsito migratorio hacia Estados Unidos, ha registrado una notable disminución en la afluencia de migrantes.
Los albergues y espacios públicos, que anteriormente estaban llenos de personas esperando cruzar la frontera, ahora presentan una reducción significativa en su ocupación.
Tijuana, que alguna vez fue uno de los pasos fronterizos más activos en el hemisferio occidental, con calles colmadas de migrantes en busca de asilo, ha cambiado considerablemente. Las áreas que solían ser puntos de gran afluencia ahora lucen desiertas, con filas apenas visibles y albergues con muchas camas disponibles.
Este fenómeno no se limita solo a Tijuana. Otras ciudades fronterizas en México también han reportado una tendencia similar desde finales de 2023, una situación que se acentuó tras la toma de posesión del presidente Donald Trump en 2025.

Indicadores oficiales de Estados Unidos indican que en abril de este año, se registraron 8,383 detenciones en la frontera sur, llevándolas a un nivel inferior comparado con las 129,000 del mismo mes en 2024 y al récord de casi 250,000 en diciembre de 2023.
“Él tiene cinco meses en el poder y las zonas fronterizas están semivacías. Ya no existe la misma comunidad que le permita afirmar que hay una invasión en su país. Quizás está hablando de lo que sucedió años atrás o lo que observa en la ciudad de Los Ángeles, una ciudad santuario”, mencionó el fundador del albergue Movimiento Juventud 2000.
La disminución en el flujo de migrantes se ha asociado a la implementación de medidas restrictivas por parte del gobierno estadounidense, incluida la eliminación de una aplicación digital para programar citas de asilo. Además, México ha aumentado sus controles migratorios, lo cual ha impactado la contención del flujo hacia el norte.
En Tijuana, residentes y migrantes coinciden en que ha cesado prácticamente la llegada de nuevos solicitantes de asilo. Albergues como Embajadores de Jesús, que solían albergar a más de 2,000 personas, ahora reportan una ocupación de alrededor de 700, mayormente de mexicanos desplazados por la violencia.

A pesar de la disminución en los cruces fronterizos, las autoridades estadounidenses continúan considerando la situación como una emergencia en la frontera. Sin embargo, organizaciones civiles y administradores de albergues destacan que el estado actual refleja una frontera menos activa, lo que contrasta con las narrativas oficiales sobre una supuesta crisis migratoria en expansión.