WASHINGTON (AP) — El presidente Donald Trump suele afirmar que está atrayendo billones de dólares en inversiones internacionales, pero una cláusula en su proyecto de ley de recortes fiscales podría disuadir a las empresas extranjeras de expandirse en EE. UU.
La versión de la legislación aprobada por la Cámara de Representantes permitirá al gobierno federal gravar a empresas y a inversores extranjeros de naciones que imponen “impuestos injustos” a las compañías estadounidenses.
Conocida como la Sección 899, esta disposición podría llevar a las empresas a evitar invertir en el país por miedo a altos impuestos. El futuro de esta medida depende del Senado, lo que ha generado un debate sobre sus implicaciones y consecuencias.
Un nuevo estudio de Global Business Alliance, un grupo comercial que representa a compañías extranjeras como Toyota y Nestlé, establece que esta disposición podría costarle a EE. UU. 360,000 empleos y 55,000 millones de dólares anuales en producto interno bruto durante una década. El análisis sugiere que el impuesto podría reducir en un tercio el crecimiento económico anticipado de los recortes fiscales generales por la Comisión Conjunta del Congreso sobre Impuestos.
“Aunque sus defensores sostienen que este incremento punitivo de impuestos es una represalia contra gobiernos extranjeros, este informe confirma que las verdaderas víctimas son los trabajadores estadounidenses en estados como Carolina del Norte, Carolina del Sur, Indiana, Tennessee y Texas”, afirmó Jonathan Samford, presidente y CEO de Global Business Alliance.
El congresista republicano Jason Smith de Missouri, quien preside la Comisión de Recursos y Arbitrios de la Cámara, defendió la cláusula como una forma de proteger los intereses estadounidenses, otorgando al presidente una herramienta para lidiar con naciones con sistemas fiscales que, según el gobierno, perjudican a las empresas de EE. UU.
Además, el impuesto refleja una tensión clara en la agenda política de Trump: la contradicción entre imponer aranceles y gravar las ganancias extranjeras mientras se busca atraer inversiones foráneas. A finales de mayo, Trump defendió su política, argumentando que los aranceles impulsaban a más países a invertir en EE. UU. para evitar impuestos sobre importaciones, aunque hasta ahora no hay pruebas de que estas inversiones se traduzcan en nuevos proyectos de construcción.
