En la mañana del 9 de mayo, formé parte de un grupo del servicio árabe de la BBC que salió de Damasco, la capital siria, hacia la provincia de Deraa. Nuestra intención era llegar a la frontera con los Altos del Golán, territorio ocupado por Israel.
Queríamos investigar el área siria que ha estado bajo control israelí desde diciembre, momento en que el primer ministro israelí anunció el control indefinido de una zona desmilitarizada y espacios contiguos tras el colapso del régimen de Bashar al-Assad.
Éramos un equipo de siete integrantes: yo, ciudadano británico, junto con dos colegas iraquíes de la BBC y cuatro sirios, entre ellos tres colaboradores independientes y un camarógrafo.
Estábamos grabando cerca de un puesto de la Fuerza de Observación de la Separación de las Naciones Unidas (UNDOF) en al-Rafeed cuando un funcionario de la ONU nos informó que desde el lado israelí se había consultado sobre nuestra identidad, confirmando que éramos un equipo de la BBC.
Después, nos dirigimos hacia Quneitra, situada en la zona desmilitarizada producto del acuerdo de separación de 1974 entre Siria e Israel, que tomó los Altos del Golán durante la Guerra de los Seis Días en 1967.
A unos 200 metros de la ciudad, nos encontramos con un control desatendido que bloqueaba el camino. Observamos tanques Merkava, uno con bandera israelí, a un lado del control.
Desde una torre cercana, dos soldados israelíes nos vigilaban – uno de ellos usando binoculares, mientras uno de mis compañeros mostró su identificación de la BBC. La BBC ha presentado una queja formal al ejército israelí sobre lo que ocurrió después, pero aún no ha recibido respuesta.
El operativo contra el equipo de la BBC
Un minuto después de que comenzamos a grabar, un auto blanco se acercó desde el otro lado del control. Cuatro soldados israelíes descendieron y nos rodearon, apuntando sus rifles hacia nuestras cabezas, exigiendo que dejáramos la cámara a un lado del camino. Intenté explicar que éramos un equipo de la BBC, pero la situación se volvió tensa rápidamente.
Logré enviar un mensaje a mis colegas en Londres informando que el ejército israelí nos había detenido, justo antes de que nos confiscara los teléfonos y todo nuestro equipo. Más soldados llegaron en un vehículo militar y registraron exhaustivamente nuestro auto.
Los soldados nos condujeron hacia la ciudad de Quneitra y allí comenzaron a revisar las grabaciones. Después de más de dos horas, uno de los soldados me pidió que saliera del coche para hablar por teléfono. No sabía quién estaba al otro lado, solo que hablaba árabe con poco acento.
Otro oficial entró y me solicitó que me desnudara, excepto por la ropa interior. Al principio me negué, pero insistieron y amenazaron, así que accedí. Me interrogaron sobre mis hijos y su edad durante el proceso.
Al salir de la sala, vi a mis compañeros de equipo amarrados y con los ojos vendados. Le supliqué al oficial que los liberara, y él prometió que lo haría después de sus interrogatorios. Este proceso fue largo y extenuante, y muchas de nuestras imágenes personales fueron eliminadas.
Sete horas después de nuestra detención, fuimos escoltados a una zona rural a unos 2 km de Quneitra. Allí, los vehículos se detuvieron y nos devolvieron nuestros teléfonos antes de marcharse.
Perdidos y sin señal o conexión a internet, seguimos conduciendo hasta encontrar una pequeña aldea. Algunos niños nos ayudaron a llegar a la carretera principal, alertándonos del posible fuego israelí si no teníamos cuidado. Después de un tenso trayecto, logramos regresar a Damasco.
