CNN
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Un historiador y líder populista que se jactó de sus enfrentamientos con hinchas radicales de fútbol ha conseguido una ajustada victoria en las elecciones presidenciales de Polonia, un cambio político que puede obstaculizar los esfuerzos del gobierno centrista por revertir el legado autoritario en el país.
Karol Nawrocki, el candidato asociado al partido populista de derecha Ley y Justicia (PiS), se llevó el 50,89 % de los votos, superando al alcalde liberal de Varsovia, Rafał Trzaskowski, quien había sido el favorito durante mucho tiempo, en una segunda vuelta directa.
Este resultado alarga la presencia del PiS en el palacio presidencial durante una década y podría representar un grave revés para el primer ministro Donald Tusk, quien había prometido desmantelar las estructuras del PiS que han afectado a las instituciones polacas.
Nawrocki, quien ha expresado su apoyo hacia el presidente Donald Trump y visitó la Casa Blanca antes de las elecciones, no fue siempre el candidato líder, pero sorprendió al obtener apoyo en la primera vuelta, a pesar de diversos escándalos sobre su pasado. Contó con un respaldo inesperado de un competidor de extrema derecha que quedó en tercer lugar.
A sus 42 años, el nuevo presidente tendrá la capacidad de ejercer el veto presidencial, un poder que Duda utilizó con frecuencia para frustrar los planes de Tusk. La Unión Europea ha solicitado la intervención de Tusk para mitigar el impacto del populismo, pero la victoria de Nawrocki no estaba en sus planes.
Aunque los candidatos presidenciales en Polonia suelen presentarse como independientes, las afiliaciones políticas son evidentes, y los principales partidos han respaldado históricamente a ciertos candidatos. Tusk había desplazado al PiS del poder en elecciones parlamentarias recientes, pero la victoria de Nawrocki obstaculiza su ambición de reformar el Estado polaco, que ha estado bajo la influencia del PiS durante ocho años.
Nawrocki, quien ha liderado importantes instituciones culturales en Polonia, centró su campaña en la defensa de su fe católica, prometiendo reducir la inmigración y arremetiendo contra Bruselas y Tusk. Además, recibió un apoyo significativo de los asistentes a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), consolidando la intersección entre los movimientos populistas polacos y estadounidenses.