01-01-1970 Desperdicio de alimentos. Comida en la basura.
SOCIEDAD SALUD
STARR/FLICKER

En México, anualmente se pierden más de 13 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale al 28% de la producción agroalimentaria nacional, de acuerdo con información proporcionada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).

Esta situación de abundancia y escasez que se presenta en el mismo lugar ha derivado en una crisis estructural, evidenciando deficiencias en las cadenas de distribución, consumo y en las políticas públicas implementadas.

El problema no es solo de índole ambiental o económica; también tiene un fuerte componente social. Mientras se pierden toneladas de frutas, verduras, granos y proteínas en campos y centros de acopio, más de 28 millones de mexicanos sufren de pobreza alimentaria, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).

Uno de los elementos que empeoran esta situación es la imposición de aranceles a los productos alimenticios importados. Aunque estas tarifas fueron establecidas para proteger la producción local, han resultado en un incremento en los precios para los consumidores, restringiendo el acceso a alimentos básicos.

En un contexto inflacionario, el aumento en los precios de los alimentos reduce el consumo, lo que a su vez contribuye al desperdicio, ya que lo que no se compra se termina desechando.

Además, existe una infraestructura inadecuada para almacenar y transportar alimentos perecederos. En algunas regiones del sureste mexicano, las pérdidas de producción agrícola pueden alcanzar el 45% por falta de cadenas de frío y centros de distribución apropiados. El campo en estas áreas opera, en muchos casos, con métodos ineficientes que limitan el aprovechamiento de la producción.

Organizaciones no gubernamentales y bancos de alimentos han señalado que los índices de desperdicio se han mantenido estables en la última década, lo que indica la ausencia de políticas integrales efectivas para abordar el tema. El Banco de Alimentos de México (BAMX) estima que apenas el 3% de los alimentos desechados se recuperan y son dirigidos a poblaciones en riesgo.

La paradoja alimentaria es clara y se observa en cada mercado y hogar que enfrenta la falta de comida. Es imperativo realizar una transformación profunda en el sistema agroalimentario. La optimización en el uso de recursos, una mejor gestión de excedentes y un marco regulatorio que promueva la donación y minimice la pérdida desde el inicio son esenciales. Este contexto se enfrenta a otros retos como el cambio climático, el aumento de costos de producción y la especulación en los mercados alimentarios, lo que hace aún más urgente reconsiderar el enfoque actual.

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