La mayoría de las personas se ven limitadas a observar las acciones que emprenden las potencias mundiales, algunas de las cuales pueden parecer una amenaza real para el planeta, a pesar de que estos gobiernos actúan guiados por sus intereses políticos, económicos, estratégicos o de seguridad.
Acciones del gobierno que representan una amenaza global
Desde principios de enero, hemos sido testigos de medidas sorprendentes que está adoptando un nuevo gobierno en materia ambiental, generando situaciones complejas y delicadas que representan riesgos para el planeta, a menudo a partir de acciones de índole local.
Ejecutando su derecho soberano para legislar, planificar institucionalmente y administrar recursos, este gobierno recién instalado ha implementado unas medidas que tienen un impacto global significativo, al punto de que algunas son percibidas como una verdadera amenaza mundial.
El impacto de las decisiones de este controversial líder se siente a nivel global. A estas alturas, es evidente que nos referimos a Donald Trump, quien, en su segundo mandato, ha llevado a cabo medidas diversas que están causando gran revuelo.
La reducción masiva de personal genera preocupación en el entorno
Según diversas investigaciones, las acciones de Trump afectan tanto a nivel colectivo como individual, desde la eficiencia de agencias científicas clave, cuya plantilla ha sido severamente disminuida, hasta serias amenazas para la salud de los estadounidenses y la fragmentación del liderazgo global en la lucha contra el cambio climático.
Varios medios informan que en este segundo gobierno, Trump ha estado desmantelando la herencia ambiental de su predecesor, Joe Biden, realizando acciones en sus primeros 100 días que han ocasionado una drástica transformación de las políticas ambientales en EE.UU., incluyendo:
- Reducción del personal en agencias científicas medioambientales como la EPA y la NOAA.
- Reactivación del carbón.
- Interrupción de proyectos de energía eólica.
- Congelamiento de fondos para el clima.
Es importante recordar que en su primer día en el cargo, se declaró una emergencia energética, lo que significó el levantamiento del veto de perforación en el Ártico, así como la eliminación de restricciones para la explotación de petróleo y gas en aguas cercanas a la costa, siguiendo una línea opuesta a la transición energética adoptada por más de 60 países desde 2015.
La competencia por minerales críticos entre China y EE.UU. comienza a intensificarse
Una de las acciones más polémicas de este nuevo gobierno de Trump es el retiro del Acuerdo de París, posicionando a Estados Unidos junto a países como Libia o Irán, que no tienen metas ambientalistas. Igualmente relevante fue la salida del consejo del Fondo de Pérdidas y Daños de la ONU, destinado a asistir a países vulnerables ante eventos climáticos extremos.
Además, Trump ha decidido reducir la dependencia de EE.UU. hacia China, uno de los principales productores de minerales esenciales para las tecnologías modernas, facilitando la exploración y explotación de importantes reservas en el fondo del océano Pacífico.
Sin embargo, la explotación y almacenamiento de minerales críticos presentan una situación inestable a nivel legal, ya que EE.UU. no ha ratificado la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar, lo que podría derivar en conflictos diplomáticos y una explotación incontrolada de los recursos oceánicos.
En conclusión, frente a la posibilidad de que estemos lidiando con la mayor amenaza para el planeta, varios informes advierten sobre los daños que el plan diseñado por Trump para la explotación de minerales críticos en los océanos del Pacífico podría causar a los ecosistemas marinos.