Beatriz se dirige a su refugio de bienestar, la playa, al menos tres veces por semana. Allí disfruta surfear las olas frescas y perfectas de la Bahía de Todos Santos, rodeada de delfines, pelícanos y gaviotas bajo un cielo nublado. Esta rutina le ayuda a despejar su mente, mantenerse activa y socializar con otros surfistas.
El surfing coexiste con la actividad portuaria en Ensenada, Baja California, situada en el noroeste de México con vistas al océano Pacífico. La expansión del puerto comercial, turístico y naval de Ensenada ha impactado en las áreas de surf, y ante los planes de ampliación del puerto El Sauzal, la comunidad surfista se opone a sacrificar más olas.
Proyecto de ampliación de El Sauzal
El Sauzal es una localidad que alberga un puerto pesquero a solo nueve kilómetros de Ensenada. Tanto este puerto como el de Ensenada están situados en la Bahía de Todos Santos, que fue reconocida en 2014 como la primera Reserva Mundial de Surf en México y la segunda en América Latina, gracias a sus olas de alta calidad durante todo el año.
“Para surfear una ola se requieren características específicas, como que la ola siga rompiendo sin cerrarse. Ensenada cuenta con varios puntos ideales, por eso surfistas de todo el mundo vienen a disfrutar nuestras olas. San Miguel, Tres Emes y Stacks son ejemplos de olas de clase mundial”, expresó Antonio Otañez, presidente de la Asociación de Surfing en Baja California (ASBC).
Con la intención de desarrollar Ensenada como un destino turístico, la Administración del Sistema Portuario Nacional (Asipona) planea trasladar todas las operaciones pesqueras del puerto de Ensenada a El Sauzal según el Programa Maestro de Desarrollo Portuario que presentó la Secretaría de Marina en noviembre de 2023.
No obstante, la ampliación del puerto El Sauzal podría llevar a la desaparición y alteración de tres olas cruciales para el surf dentro de la reserva: Stacks, Tres Emes y San Miguel.
“Las imágenes del proyecto muestran que nuestras olas quedan dentro de los rompeolas y no hay forma de salvarlas. Solo San Miguel está afuera, pero los rompeolas alteran el transporte de sedimentos y lo más probable es que esa ola también se deforme”, advirtió Beatriz Ibarra, oceanóloga y surfista en Ensenada.
Según el plan, se requeriría la ampliación del rompeolas, nuevas áreas operativas, un muelle pesquero, oficinas, un parque lineal y un malecón turístico. Sin embargo, falta información oficial más detallada sobre este proyecto.
“Este negocio es aduanero y de transporte, y todos los beneficios irán a la federación. A la ciudad solo le quedarán los impactos, y tendremos que aprender a manejarlos”, señaló Ibarra.
En 2010, Asipona Ensenada intentó obtener permisos ambientales de la Semarnat para la ampliación del puerto, pero se les negó por no prever suficientes medidas para mitigar su impacto ambiental.
Frente de resistencia
Beatriz Ibarra se mudó de Guanajuato a Baja California hace 24 años para estudiar oceanografía en la UABC. Al conocer San Miguel y sus perfectas olas, se integró a una comunidad surfista que ha llegado a ser su familia. Ha vivido experiencias inolvidables en el agua, pero también ha presenciado el deterioro de estas playas por la contaminación y el cierre de accesos al mar.
Preocupada, un grupo de mujeres surfistas, entre ellas Ibarra, creó un video en 2021 para visibilizar estos problemas. Este éxito las llevó a formar el colectivo Nosotras y el mar, donde organizan talleres, foros y limpiezas de playas.
Cuando se reactivó el proyecto de ampliación del puerto El Sauzal, empezaron a luchar por visibilizar los impactos. En marzo, llevaron a cabo un foro ciudadano en la UABC y en abril realizaron el taller “Es mi playa, mi barrio”, con el fin de fomentar el sentido de pertenencia en las nuevas generaciones.
“La gente no está consciente del impacto que tendrá el proyecto. Necesitamos informarles que estamos en riesgo de perder nuestras playas y que esto afectará nuestra calidad de vida”, enfatizó Ibarra.
Estas acciones han sido respaldadas por pescadores preocupados, la ASBC, el Baja Surf Club, Ensenada Pública, Pro Natura y empresarios del Valle de Guadalupe, zona dedicada al turismo vitivinícola.
“No solo perjudica a los surfers; también hay una conexión con El Valle de Guadalupe, cuya comunidad teme que, aunque el turismo vinícola sea atractivo, la ampliación del puerto traiga un turismo invasivo. Buscamos que este turismo respete nuestra identidad y el medio ambiente, así como las capacidades de carga de las regiones”, señaló Ibarra.
Impacto en la economía del surf por la expansión del puerto El Sauzal
Mientras que el gobierno promueve el desarrollo portuario para aumentar ingresos, Otañez ve este proyecto como uno impuesto que ignora el impacto que tendrá sobre la economía del surf y la práctica de este deporte.
Practicar surf implica costos, desde la compra de tablas y trajes de neopreno, hasta gastos de transporte, alimentación y alojamiento para los visitantes. Se estima que los surfistas locales y foráneos aportan entre 746,000 y 969,000 dólares anuales a la economía de Ensenada, según un estudio de Save The Waves Coalition de 2015.
Este estudio, conocido como Surfonomics, busca cuantificar el impacto económico del surf para promover su conservación como un recurso natural valioso para la comunidad.
“Los beneficios del surf dependen de la salud de la costa. Para que esta economía crezca, la protección de la costa es fundamental”, concluye el informe.
A pesar de que las ganancias del puerto podrían no compararse con el valor económico del surf, Otañez argumenta que hay que considerar el costo ambiental y cultural del proyecto, abogando por conservar las olas.
El surf como deporte olímpico y las olas como cancha
Ana Bárbara García, paratleta de Ensenada que entrena en Tres Emes, ganó en abril el primer lugar en el Adaptive Surf Australian Pro Championship 2025. Este logro refuerza la defensa de las olas como espacios de entrenamiento para el surf, reconocido ahora como un deporte olímpico.
“Las playas son nuestras canchas. ¿Cuándo has visto que se eche drenaje en un campo de fútbol? Estas son nuestras canchas, y no queremos que nos contaminen ni bloqueen los accesos”, insistió Otañez.
El presidente de la ASBC lleva tres años en su cargo promoviendo el surfing a través de competiciones y busca que más jóvenes participen, aunque teme que se pierdan los lugares donde se entrena.
“Los políticos piensan que se puede surfear en cualquier parte y no comprenden la situación. Nos dicen que busquemos otra playa, pero si se amplía el puerto, nuestra práctica desaparecerá”, concluyó Otañez.
Que las olas de la Bahía de Todos Santos se destruyan significaría el fin del potencial de nuevos competidores en Baja California que representen a México.
“¿Dónde va a entrenar Ana si se amplía el puerto? Ella entrena en Tres Emes; además, las playas de Rosarito están contaminadas. ¿Tendremos que llevarla a San Diego?”, cuestionó Otañez.
En defensa del bienestar
El mar de Ensenada representa una fuente de bienestar no solo para surfers, sino también para pescadores, practicantes de kayak, yoga, nado en aguas abiertas y quienes buscan disfrutar del atardecer con amigos y familia. Esta comunidad es grande y depende del mar para su salud y felicidad.
La principal preocupación de Ibarra es que la desaparición de las olas conllevaría también a la pérdida de su comunidad, esa familia utópica que el surf le ha brindado: amorosa, igualitaria y solidaria. El ruido de barcos y grúas sería un cambio drástico en su tranquilidad.
“Como surfers nos quedamos sin los espacios que necesitamos. Surfear es esencial; sin esos lugares, nuestra salud física y mental se vería perjudicada”, resaltó Ibarra.
Las comunidades exigen ser incluidas en la planeación de este tipo de proyectos y confían en que el diálogo pueda generar soluciones que consideren las necesidades de todos los usuarios de la bahía.
“No nos oponemos al desarrollo, pero si el proyecto se presentara con mesas de trabajo para incluirnos, todo sería diferente. De esta manera, podríamos encontrar soluciones que beneficien a ambas partes”, concluyó Otañez.