Los sectores productivos del país siguen a la expectativa de la implementación, al menos, de la primera fase del Plan México, con la esperanza de que realmente funcione como un motor para impulsar el crecimiento económico nacional. Se proyecta que el crecimiento supera el medio punto porcentual, evitando así una desaceleración total, lo que implicaría un crecimiento inferior a este umbral.

Los pronósticos para la economía mexicana han sido bastante desalentadores, con empresas calificadoras que prevén un decrecimiento del 0.3 por ciento para este año.

Las causas de estos resultados son bien conocidas, centrándose en la incertidumbre jurídica que puede surgir después de los comicios para elegir jueces, ministros y magistrados en México. Esta situación provoca una disminución en la inversión, y si se combina con otra reducción en el gasto público, las consecuencias conducirán a un decrecimiento económico.

No obstante, recientemente se han presentado ciertos indicadores que sugieren que la economía comienza a mostrar signos de crecimiento. De acuerdo con el INEGI, durante el primer trimestre del año hubo un crecimiento en comparación con el último trimestre de 2024.

Este crecimiento fue en gran medida impulsado por las actividades primarias, especialmente el sector agropecuario, que experimentó un aumento del 8.1 por ciento en ese mismo período. Sin embargo, el sector industrial y de transformación sufrió una caída del 0.3 por ciento, y el sector servicios no mostró variaciones significativas.

Estos resultados parecen verse influenciados por la incertidumbre generada por la guerra comercial iniciada por Estados Unidos, lo que llevó a muchos compradores estadounidenses a anticipar sus compras para eludir los aranceles que impuso Trump. Esto también se reflejó en el índice de exportaciones, que mostró un crecimiento, contribuyendo así al crecimiento económico de México.

A pesar de que estos indicadores alimentan la esperanza de un crecimiento positivo para el cierre de 2025, es prudente ser cautelosos. Con la implementación de aranceles, los consumidores estadounidenses podrían reducir sus compras, lo que podría provocar una desaceleración en la producción tanto en Estados Unidos como en México, su principal socio comercial.

Sin embargo, otros indicadores revelan una realidad menos favorable, como el consumo interno, que disminuyó un 0.1 por ciento, y la inversión, que cayó un 7.8 por ciento, evidenciando que la situación no es tan optimista.

Asimismo, los datos sobre el empleo formal tampoco son alentadores; al 30 de abril de 2025, el IMSS reportó 22.4 millones de puestos de trabajo afiliados, con una pérdida de 47 mil empleos durante abril y un crecimiento muy por debajo de lo registrado en años anteriores. Las señales apuntan a que ya estamos en una fase de contracción económica.

Los consumidores nacionales han reducido sus gastos, debido a los altos precios y la posibilidad de perder su ingreso. Así, es poco beneficioso pensar que la economía nacional marcha bien. Es crucial reconocer nuestra realidad y exigir al gobierno federal la aplicación de estrategias para fortalecer la economía del país.

El Plan México incluye puntos clave que podrían reactivar el crecimiento económico, pero es fundamental activarlo de inmediato y no seguir postergando su implementación.

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