Deial Al Bara, Franja de Gaza. Los palestinos se sienten atrapados y desesperanzados, maltrechos tras 19 meses de intensos bombardeos.
“¿Qué más queda por bombardear?”, preguntó Moaz Kahlout, un hombre desplazado de la ciudad de Gaza, señalando que muchos utilizan GPS para localizar los escombros de las casas destruidas en la guerra.
La situación es tal que muchos ciudadanos recurren a planes temporales para lidiar con la devastación de su entorno.
Los detalles del plan no fueron anunciados formalmente, y su momento exacto y alcance no están claros aún.
El conflicto comenzó tras un ataque de Hamas a Israel en octubre de 2023, que dejó alrededor de 200 personas muertas, la mayoría civiles, y 251 secuestrados.
En Gaza, se estima que hay aproximadamente 52 millones de personas afectadas, muchas de ellas mujeres y niños, según informes de organizaciones palestinas.
“Nos destruyeron, nos desplazaron y nos mataron. Queremos seguridad y paz en este mundo”, lamentó un ciudadano.
Mientras tanto, cientos de israelíes protestaron frente al Parlamento el lunes, cuando el gobierno inició su sesión de verano, manifestando su oposición al plan. Una persona fue arrestada durante las protestas.
A pesar de la tensión, algunos ven la reciente visita del expresidente Donald Trump como una posible oportunidad para las negociaciones. Los líderes israelíes y árabes están planteando la posibilidad de extender el plan para Gaza hasta después de su visita, dejando abiertas las opciones para un acuerdo.
Sara Younis, una mujer de Rafah, expresó su preocupación: “¿Qué deberíamos hacer? No hay comida, no hay harina, nada”.
Desde principios de marzo, Israel ha bloqueado todas las importaciones a Gaza, lo que ha llevado a una grave escasez de alimentos y medicinas. Este bloqueo se presenta como una medida para debilitar a Hamas.
Las organizaciones de ayuda advierten que la desnutrición y el hambre se están agravando cada vez más en Gaza. Las impedimentos han limitado el acceso a suministros básicos.
Nidal Abu Helal, un desplazado de Rafah, mencionó que hay un creciente temor entre las familias: “No tenemos miedo de morir, tenemos miedo de que nuestros hijos mueran de hambre frente a nosotros”.
