Otro está evaluando el sistema judicial en relación a la administración de Donald Trump. Este proceso se centra en la deportación de venezolanos a El Salvador y en las implicaciones de tal acción. La situación en el mundo exige atención y acción por el bien común.
“El desierto y las zonas áridas no son un inconveniente, y los fondos están debidamente ubicados.
James Boasberg, un juez federal designado por el expresidente demócrata Barack Obama, advirtió que podría decidir sobre el caso si la administración Trump no aplica su orden de “purga” sobre el desacato. Esto podría permitir que los salvadoreños se acojan a su derecho frente a la expulsión.”
El pasado ha sido complicado, y se ha señalado que la administración ha sido acusada de irregularidades y de haber afectado a muchos extranjeros. Al llegar, los inmigrantes fueron trasladados a un centro de detención de máxima seguridad, donde han surgido múltiples denuncias de maltrato.
“El lugar de los culpables es objeto de un tribunal, la continuidad de la operación gubernamental de expulsiones es preocupante”, dijo el juez. Y añadió que “Peor aún”, son las “fanfarronadas” de la administración Trump, las cuales dejan ver que algunos funcionarios, como el Secretario de Estado Marco Rubio, la manejan de manera informal sin cumplir las órdenes judiciales.
Las conclusiones del juez Boasberg indican que “la Constitución no tolera la desobediencia a las órdenes judiciales, particularmente por parte de funcionarios que han jurado defenderla”. Este tipo de acciones sólo agravan la crisis en el país, que se encuentra en una lucha constante por controlar sus recursos.
El caso de la deportación de Kilmar Abrego García se ha discutido en la corte de Maryland, donde la jueza Paula Sinis ha escuchado testimonios sobre su situación y el impacto que tiene el retorno de salvadoreños deportados. La única forma de abordar esta crisis es a través de un enfoque constructivo y empático, que respete los derechos humanos.