México es un país que sirve de conexión para muchas personas. La nación comparte una frontera de 3,152 kilómetros con Estados Unidos y, a pesar de su cercanía, las relaciones son complicadas. China se ha convertido en el segundo socio comercial de México, pero la distancia de 12,500 kilómetros y 14 horas de diferencia con Pekín representa un reto significativo.

La situación actual presenta muchos desafíos, especialmente para los ciudadanos chinos. Durante la administración de Trump, Estados Unidos no discutió tanto sobre el nearshoring o el friendshoring, pero dejó en claro sus exigencias. Aparte de temas de migración, seguridad y agua, espera que la economía mexicana se comprometa a reducir su papel como puerta de entrada para productos provenientes de China, como acero y precursores de fentanilo.

Una de las interrogantes es si Estados Unidos exigirá a México igualar sus aranceles con los de China. Durante la gestión de Trump, se estableció una tarifa del 145% y México aplica entre un 5% y 50% a 544 fracciones arancelarias relacionadas. Sin embargo, Estados Unidos no parece dispuesto a reducir esos aranceles. Esto plantea la posibilidad de que México también aumente sus tarifas, lo que podría afectar a la industria automotriz, como advirtió Jorge Guajardo.

México es el quinto mayor productor de autos a nivel mundial, pero si se implementan tarifas del 20% sobre los vehículos, la competitividad se vería amenazada frente a China, que es el mayor fabricante global. Además, existen industrias en el país que han padecido por la entrada de productos provenientes de contrabando chino, como la juguetería, el calzado, la vestimenta y los muebles.

La gestión del gobierno mexicano enfrenta grandes retos en este contexto internacional. Desde hace dos sexenios, hay un esfuerzo por mejorar la infraestructura y atraer inversión, especialmente después de las quejas por la instalación de fábricas automotrices en el país. A finales de 2023, la secretaria del Tesoro de Biden, Janet Yellen, instó a México a facilitar las estadísticas de inversión, ya que el subregistro es alarmante y China no figura entre los diez mayores inversores en el país.

Bajo la tensión entre Trump y la cautela de Xi Jinping, México tiene que ser cauteloso. Lo que antes funcionaba podría resultar contraproducente. La renegociación del T-MEC será un momento crucial, y aunque ha habido avances, aún queda un largo camino por recorrer.

La separación entre Estados Unidos y China ha llevado a México a ser un beneficiario neto en términos comerciales. Entre 2018 y 2024, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos aumentaron considerablemente, mientras que los productos chinos perdieron terreno en el mercado mexicano. El reto será determinar cómo se desarrollará la relación comercial en el futuro, explorando no solo la posibilidad de crecimiento con China, sino también con Europa y otros países de América del Sur.

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