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Los analistas están reflexionando sobre la decisión de Donald Trump de incrementar los aranceles comerciales hasta un 100% en diferentes productos provenientes de China. Este movimiento ha generado importantes repercusiones en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China, que ya se encontraban tensas.
El gobierno de Pekín ha respondido a estas medidas adoptando sus propias restricciones comerciales hacia Estados Unidos, creando un ambiente de confrontación económica entre ambas naciones. La situación se ha intensificado y plantea preguntas sobre el futuro del comercio internacional.
El Comercio entre EE.UU. y China

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Durante el último año, el intercambio de bienes entre estas dos potencias alcanzó la cifra de $585 mil millones. Estados Unidos importó considerablemente más de China, con un total de $440 mil millones, comparado con los $145 mil millones que China adquirió de EE.UU., lo que generó un déficit considerable para los estadounidenses.
Trump había instaurado aranceles significativos durante su mandato, y su sucesor, Joe Biden, continuó con estas políticas, aumentando las tarifas en varios productos. Estas restricciones han llevado a una disminución en la dependencia comercial de Estados Unidos hacia China, bajando del 21% en 2016 al 13% el año pasado.
¿Qué importan EE.UU. y China el uno del otro?

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En 2024, las exportaciones estadounidenses hacia China se concentraron principalmente en la soja, utilizada para alimentar a una gran cantidad de cerdos en el país asiático. También se enviaron productos farmacéuticos y petróleo.
Por el contrario, las exportaciones de China hacia EE.UU. consistieron en grandes volúmenes de productos electrónicos, computadoras y juguetes, además de baterías esenciales para vehículos eléctricos. Entre las importaciones más relevantes de EE.UU. se encuentran los teléfonos inteligentes, que representan el 9% del total importado, gran parte de los cuales se fabrican en China para empresas como Apple.
¿Cómo podría esto afectar a otros países?

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China representa cerca del 43% del comercio global, y una guerra comercial prolongada podría ralentizar su crecimiento, llevando incluso a una recesión. Esta situación podría afectar severamente las economías de otros países que dependen del crecimiento chino.
Una guerra comercial significativa desestabilizaría a muchos países, dado que China es el mayor fabricante del mundo y maneja una parte importante de la producción global. La reducción de las importaciones de productos fabricados en China tendría un efecto dominó que impactaría a naciones colaboradoras y complicaría las cadenas de suministro.