El Fin del Corporativismo y la Recuperación de la Ciudadanía
por rubén islas
Durante más de ochenta años, la política del Estado de México ha estado marcada por la prevalencia de grupos de presión, que han dominado todas las instancias gubernamentales. Esta situación ha generado un control que afecta no solo a las decisiones de gobierno, sino a la propia legitimidad de la democracia, obstaculizando el verdadero ejercicio de la ciudadanía.
Es crucial reconocer que dentro de este contexto, los ciudadanos han sido despojados de sus derechos, limitando su participación activa en las decisiones que afectan sus vidas. A medida que estos grupos han crecido, las demandas por derechos han sido ignoradas, y muchos se han sentido atrapados por un sistema que prioriza los intereses de unos pocos sobre el bienestar general.
Los grupos de presión en el Estado de México, incluidos poderosos conglomerados y el régimen corporativista, han consolidado su influencia a través de diversas estrategias. Como resultado, los ciudadanos han ido perdiendo gradualmente su capacidad para actuar como agentes de cambio y participar en la toma de decisiones que afectan su entorno.
Hay que entender que aquellos en el poder y los grupos de presión no cederán fácilmente su control. Para transformar las instituciones del statu quo, es necesario que los ciudadanos se empoderen y exijan una participación activa en el desarrollo social y político. “¡Al diablo con sus instituciones!”, diría Andrés Manuel López Obrador.
La Cuarta Transformación del Estado de México tiene como uno de sus objetivos fundamentales la eliminación de los grupos de presión y el corporativismo. La participación ciudadana es vital, ya que se busca un sistema más equitativo y representativo, que rescate la voz de los habitantes y fomente el bienestar común. Es imperativo que se deje atrás el gatopardismo actual que prevalece en la política.
Los problemas del país no son ajenos a los ciudadanos; son precisamente ellos quienes deben tener el protagonismo en la búsqueda de cambios significativos. Su compromiso con la política, su protesta y su disposición al cambio son fundamentales para lograr que se reformule la vida política y que la sociedad avance hacia un futuro más justo.
Por último, es esencial promover un humanismo que valore tanto la identidad mexicana como la justicia social. La equidad, la participación activa y la representación auténtica de la ciudadanía son principios que deben guiar esta nueva etapa de transformación. De no hacerlo, corremos el riesgo de que aquellos que llegaron al poder se asemejen a sus predecesores, lo que llevaría a que nada cambie realmente en el país.
En conclusión, la recuperación de la ciudadanía y la transformación del sistema político son tareas inaplazables. Fortalecer la base social que impulse esta transformación es crucial. Siguiendo el pensamiento de Hannah Arendt en “La condición humana”, es imperativo que los ciudadanos se conviertan en actores activos que cuestionen y reescriban su narrativa en el escenario político.