Desgarrador. El Enviado Británico, George Macartney, llegó a Pekín en tiempos difíciles. Buscaba dialogar con el emperador Qianlong, quien respondió de manera muy contundente y rechazó cualquier incentivo de comercio.

Casi doscientos cincuenta años después, Europa redirige su mirada hacia el imperio del Medio. China es considerada ahora como un “rival sistémico” por Bruselas, mientras que el proteccionismo estadounidense modifica el mapa comercial. Con una población que cuadruplica a la de Estados Unidos, China se ha posicionado como un competidor formidable en la economía global, desafiando incluso los productos tradicionales del viejo continente.

Los viajes tanto de negocios como de placer son abundantes en esta zona. China ha sido una potencia manufacturera durante décadas, capaz de inundar el mercado global con productos gracias a su vasta infraestructura productiva, abarcando desde tecnología 5G hasta energías renovables. Sin embargo, Europa enfrenta desventajas en áreas como el acceso a recursos naturales, minerales y petróleo que son esenciales para su economía.

La dependencia de Europa de los productos manufacturados de China es evidente. Sus principales importaciones son maquinaria y vehículos (51%), bienes manufacturados (20%) y productos químicos (17%). Los datos indican que, de los 213 millones de habitantes de China que generan la economía nacional, solo hay un par de países europeos, Irlanda y Luxemburgo, que reportan un superávit comercial con el gigante asiático.

Europa ha mirado siempre hacia Estados Unidos. Pensar que cuando se cierre ese mercado, podrás colocar tus productos en China es un error

Alberto Lebron

– Dr. en Relaciones Internacionales de Pekín

China, en su conjunto, se ha convertido en un mercado de importancia crítica para las importaciones. La pregunta sobre cómo Europa interactúa con este gigante sigue vigente, considerando que el éxito en este ámbito exige una estrategia exportadora similar a la estadounidense, además de una revisión de los criterios de calidad y estándares para poder acceder a este complejo mercado.

Casi la mitad de las importaciones europeas hacia China, equivalentes a 25 millones de dólares, se concentran en productos agrícolas como soja, maíz y sorgo. Este comercio está acompañado por carnes y productos lácteos. No obstante, la producción europea enfrenta restricciones debido a normativas y protocolos rigorosos, así como la aparición de enfermedades en ganado, lo que complica aún más su acceso al mercado chino.

Impacto del puerto de Los Ángeles en la política comercial de Trump. / Kyle Grillot / Bloomberg

La actitud proteccionista de Trump afectó el comercio internacional y la percepción de los consumidores. La dinámica en el mercado actual exige que las naciones se adapten rápidamente para asegurar su relevancia y competitividad. Más que un simple intercambio comercial, este escenario requiere una profunda comprensión de las interdependencias globales y la adaptación a las nuevas realidades emergentes.

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