(Bloomberg) – Miles de candidatos están compitiendo por 881 puestos en las elecciones que se llevarán a cabo en junio, de los cuales se elegirán miembros para la Corte Suprema y la mitad del Poder Judicial Federal. La mayoría de estos aspirantes nunca han realizado campañas políticas y solo pueden utilizar recursos propios para promocionarse.
Hasta el momento, los jueces del Tribunal Supremo eran designados por el presidente y confirmados por el Senado, pero el proceso ahora cambia, lo que podría generar preocupación entre algunos sectores.
Existen críticas sobre la situación actual del sistema judicial y su funcionamiento. La opinión pública ha generado un gran número de videos en TikTok y entrevistas en medios de comunicación que subrayan este asunto. La ley prohíbe a los candidatos comprar anuncios en radio y televisión, así como en periódicos, aunque pueden autofinanciarse a través de redes sociales.
La intención de esta novedosa elección es elegir a los participantes más destacados. Algunos expertos argumentan que esto podría llevar a una transformación en la justicia judicial del país.
La elección de los jueces mediante votación popular no es algo inédito; Bolivia ha implementado un sistema similar para sus jueces de alto nivel, y algunos estados de EE. UU. eligen a sus jueces locales y estatales. Sin embargo, los votantes mexicanos se enfrentan a un abrumador número de opciones con solo dos meses para informarse antes de las elecciones. Las boletas serán de diferentes colores: moradas para la Corte Suprema, amarillas para jueces de distrito y turquesas para un tribunal disciplinario.
El costo de la campaña es significativo, alcanzando hasta 1.5 millones de pesos mexicanos (aproximadamente 72,000 dólares estadounidenses).
Consultas de expertos sugieren que es probable que la participación en estas elecciones sea baja, a pesar de la importancia del cambio. Según Gisela Rubach, especialista en marketing político, las acciones para motivar la participación no parecen suficientes para superar el 10% en las votaciones, a menos que haya una campaña intensa para motivar a la gente a votar.
