El gobierno de Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, construyó un muro a lo largo del río Tijuana, que desafía los tratados internacionales firmados respecto a los límites territoriales y naturales.
Al mismo tiempo, esa área se convierte en un medio que no pertenece totalmente al país.
El paisaje se puede visualizar de forma electrónica, especialmente cuando aumenta el flujo de agua en el canal.
Adriana Reséndez Maldonado, comisionada de la sección mexicana de la Comisión de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos (CILA), compartió una postura clara sobre el asunto en los medios, así como respecto a otros tratados relevantes.
Resaltó que “los efectos del muro serían negativos, provocando inconvenientes, daños y pérdidas de vidas en territorio mexicano”, lo que justifica la postura mantenida hasta el momento.
El río Tijuana, que tiene una longitud de 195 kilómetros, fluye entre México y Estados Unidos, ubicándose entre Baja California (EE. UU.) y el territorio mexicano.
Un Tema Complejo que México Debe Abordar
Víctor Clark Alfaro, director del Centro Binacional de Derechos Humanos, comentó que se trata de “un tema complejo” implicando protestas a nivel mundial.
“Estamos hablando de un tema que afecta no solo en aspectos ambientales y sociales o para frenar la migración, sino también en el ámbito político”, indicó.
La cuestión fundamental es cómo se puede o no frenar la construcción de este muro, que también funciona como un puente en el ecosistema de la región, y qué tanto el gobierno de México ha considerado los organismos y fuentes políticas que se han opuesto a esta obra”, puntualizó.