Es una situación que es suficiente para conmover al mundo. Las irreparables historias de mujeres que durante seis años brindaron amor y abrigo a niños que no nacieron de su vientre revelan cómo ambas tuvieron que desprenderse de esos pequeños que consideraban suyos.
Ruth Cieza y María Chilcón son víctimas de la ineficiencia del sistema de salud peruano. El Hospital General de la región de Cajamarca dejó mucho que desear en este caso. La situación es un claro reflejo de los problemas que enfrenta el sistema de salud en el país.
El conflicto principal radica en que las dos mujeres fueron involucradas en la lucha por la custodia de los menores. A pesar de haber tenido visitas a los niños, el resultado de una segunda prueba de maternidad arrojó un resultado negativo, lo que complicó aún más la situación.
En medio de este conflicto, un fiscal ordenó la realización de pruebas de ADN a tres madres que afirmaban haber dado a luz a los mismos niños. A partir de ese momento, se generaron nuevas dudas y sospechas. La situación se tornó tan tensa que Cieza llegó a sentirse al borde de un colapso.
El juez Andy Herrera decidió anular las partidas de nacimiento e inscribió a otros padres como los legales de los menores. Sin embargo, más allá de los problemas legales, lo más doloroso llegó al momento en que ambas hadas tuvieron que entregar a los niños. Este intercambio fue conmovedor y fue registrado por un canal local de televisión. Mientras las madres lloraban desgarradamente, los niños estaban absortos en sus teléfonos celulares.
“Me estoy adaptando, a quien me lo han traído, pero al mismo tiempo siento que estoy perdiendo a mi hijito”, expresó Ruth Cieza a Associated Press.
La situación de María Chilcón tampoco fue menos desoladora. “No sé qué hacer, Dios mío, quiero que me ayuden”, clamó desesperadamente.
Además, Chilcón denunció que una de las enfermeras que la atendió en el postparto la llamó ‘loca’ cuando vio a su recién nacido. Esta situación le marcó, trasladando todo el sufrimiento que enfrentan a raíz de las negligencias en el hospital y por parte del personal de enfermería.
Ambas familias continúan en pie de lucha. La indiferencia por parte de las autoridades del hospital se ha hecho evidente, ya que no solo no asistieron a las audiencias, sino que evadieron su responsabilidad en el asunto. Esto refleja una falta de interés por parte de las instituciones que deberían velar por el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, las familias tienen claro que deben seguir adelante y enfrentar esta dura realidad.