Fecha: 27 de marzo de 2025, 15:03 GMT
Última actualización: hace 5 horas
Recentemente, Jeffrey Goldberg publicó un artículo destacando el error que provocó la inclusión accidental en una reunión de alto nivel en Washington momentos de tensión política. Goldberg, editor en jefe de Atlantic, se enfrentó a una situación inesperada tras recibir un mensaje en su teléfono, que fue el resultado de una confusión entre los asesores de seguridad nacional de EE.UU.
Esta confusión involucró a figuras prominentes como el senador Marco Rubio y el secretario de Defensa, Pete Hegseth. Durante un intercambio de mensajes, el presidente Donald Trump expresó su descontento hacia ciertas personas, mientras que el asesor de seguridad nacional, Michael Waltz, admitió haber incluido inadvertidamente a Goldberg en el chat grupal, que inicialmente iba dirigido a otra persona.
Goldberg explicó que fue invitado a una conversación que no esperaba y que, al principio, no se dio cuenta de la gravedad de la situación. Sin embargo, la comunicación se intensificó rápidamente, revelando detalles sensibles sobre la seguridad nacional y los planes de las fuerzas armadas, lo que provocó preocupación entre los participantes, quienes se cuestionaron la seguridad del manejo de la información.
A pesar de las tensiones, Goldberg se mantuvo firme en su papel de reportero, evitando comentar sobre su relación con las personas involucradas. Señaló que su deber como periodista es informar de manera objetiva y no involucrarse en disputas personales. En sus palabras, “Obviamente, puedo escuchar lo que quieran decir, pero no voy a abordar lo que dicen sobre mí”.
Poco después, Goldberg expresó que este incidente era un indicativo de problemas más grandes dentro de la administración. Abordó la cuestión de cómo se maneja la información clasificada y la necesidad de una mayor transparencia en las comunicaciones entre las autoridades y los medios de comunicación.
Al final, en respuesta a las opiniones y críticas surgidas tras la publicación de los mensajes, Goldberg afirmó que la divulgación de esa información era de interés público, argumentando que el público merece saber sobre tales debilidades en la gestión de la información de defensa nacional.
Este suceso subraya la fragilidad de las comunicaciones en entornos de alta presión donde la seguridad y la privacidad son esenciales, y cómo pequeños errores pueden llevar a consecuencias significativas, tanto para los funcionarios como para el periodista involucrado.