Los “pellets hormonales” son pequeños cilindros que contienen hormonas bioidénticas. Estos se colocan debajo de la piel y ayudan a aliviar síntomas relacionados con la menopausia, mejorar el deseo sexual y diversos problemas de salud. Sin embargo, su uso plantea preguntas sobre la efectividad y la seguridad a largo plazo.
Comúnmente, se les denomina “chips de la juventud” en ciertos círculos, puesto que ayudan a contrarrestar los efectos del envejecimiento a través de la liberación continua de hormonas. Aunque algunos usuarios afirman sentirse rejuvenecidos, no hay suficiente evidencia científica que respalde estas afirmaciones, lo que genera preocupación sobre los posibles riesgos asociados a su uso.
Las agencias reguladoras, como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), han alertado sobre la falta de pruebas concretas que demuestren la seguridad del uso de estos pellets. Se han informado efectos secundarios como sangrado vaginal y otros problemas médicos, lo que subraya la necesidad de un control más estricto sobre el uso de dichas hormonas.
De los “pellets” a las cremas, pastillas y ungüentos hormonales
Los “pellets hormonales” no son los únicos productos disponibles en el mercado. Existen diversas formas de hormonas bioidénticas, que también se comercializan como suplementos alimenticios en presentaciones de tabletas, parches, gomitas y cremas. Según Cofepris, en México estos productos deben cumplir con la normativa de control sanitario.
Son sustancias con la misma estructura química que las hormonas producidas en el cuerpo humano, pero de origen vegetal, por lo que se consideran “naturales”.
De acuerdo con las autoridades competentes en México, los productos de hormonas bioidénticas están regulados y estos artículos se rigen por los artículos 171 y 173 de su reglamento. Sin embargo, la falta de evidencia clara sobre su eficacia se ha señalado en numerosos estudios.
Cuestionamiento sobre el uso de hormonas bioidénticas
El uso de hormonas bioidénticas ha suscitado debates en torno a su clasificación como “naturales” y “inoquas”. Muchas personas creen que estos tratamientos son completamente seguros debido a su fabricación “personalizada”. Sin embargo, la prescripción de dosis adecuadas y el seguimiento médico son fundamentales para prevenir efectos adversos.
Por otro lado, la creciente demanda de estos productos ha hecho que se fortalezcan los cuestionamientos sobre su efectividad real y la importancia de un enfoque médico riguroso al respecto, puesto que a menudo se publicitan sin suficiente respaldo científico.