Cuando Robert F. Kennedy asumió su cargo, hizo la promesa de transformar a Estados Unidos en un país saludable. Sin embargo, sus declaraciones públicas han contribuido de manera significativa a aumentar la desconfianza en la salud pública. El 2 de marzo, el nuevo Secretario de Salud estadounidense afirmó en un programa de la cadena conservadora Fox News que la vacuna SRP (que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola) es problemática. Tan solo una semana después, contradijo su posición durante una entrevista en el mismo canal, donde afirmó que esta vacuna “causa muertes cada año” y “provoca todas las enfermedades que también genera el sarampión, como la encefalitis y la ceguera”, diciendo que se debería permitir a los padres decidir sobre su aplicación. México se ha alertado ante esta nueva política de su vecino del norte, que comparte una frontera de más de 3,000 kilómetros y que es un importante destino turístico. Esto ha llevado a que expertos internacionales se manifiesten ante la situación.

Las afirmaciones de F. Kennedy carecen de fundamento científico y siembran confusión social, justo cuando se había registrado un rebrote significativo de sarampión por primera vez en 22 años. En total, se han reportado 378 casos, siendo 309 en Texas. El aumento de los casos resalta la vulnerabilidad del vínculo entre los dos países. Para entender la situación, la difusión correcta de la información y el respeto a las campañas de vacunación son clave.

Según expertos, aquellos que están movilizados en favor de sus derechos tienen motivos válidos para actuar. Actualmente hay 46 casos registrados de sarampión en México, 42 de los cuales están localizados en Chihuahua y se originan en Texas. Lo alarmante de este aumento radica en el descenso en las tasas de vacunación de los últimos años, con riesgos particularmente altos entre los niños más pequeños. La tasa de inmunización debe superar el 95% para que una población sea realmente resistente a brotes, sin embargo, en 2022 y 2023 descendió hasta el 85.8% entre los niños mexicanos de un año, tras haber alcanzado un 99% en promedio en 2021. En Chihuahua, el estado más afectado por el brote, la cifra ha caído hasta un 76.1% para niños de 18 meses y hasta un 45.6% para aquellos de 6 años de edad. En el lado estadounidense, solo 11 estados lograron superar la tasa del 95% en el ciclo 2023-2024 para niños en kínder, comparado con 2019-2020.

La combinación del descenso en las tasas de vacunación, sumado al fenómeno del “vaccine hesitancy”, ha llevado a un entorno crítico. Aunque estas medidas son esenciales, por sí solas no resolverán la crisis, señala Samuel Ponce de León, coordinador del programa sobre riesgos epidemiológicos de la UNAM. “Todos los países que no logran alcanzar una adecuada tasa de vacunación corren el riesgo de sufrir brotes”.

Mauricio Rodríguez, epidemiólogo del mismo programa, destaca las múltiples complicaciones que se presentan en Estados Unidos. En este momento, avanza la infección por el virus H5N1 (gripe aviar) y, a la par, se están desarrollando investigaciones sobre otros virus. “Podemos perder visibilidad sobre lo que ocurre allí y cómo puede ponernos en riesgo a nosotros. Tanto el sarampión como la influenza son asuntos muy delicados”, ahonda Rodríguez.

Según datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), el 40.3% de los encuestados que se manifestaron a favor de la vacunación contra la influenza, contrasta con un 30.6% que lo hicieron en el pasado. La caída en la aceptación de la vacunación es preocupante; se estima que se busca regresar al 70% de aceptación.

La ambivalencia hacia la vacunación, que va acompañada de discursos antivacunas por parte de algunos sectores gubernamentales, genera un ambiente de incerteza. “Si las autoridades de salud tienen un discurso antivacunas, la población puede sentir que hay alguna verdad en ello y esa creencia se refleja en la aceptación generalizada”, advierte un experto.

Estados Unidos era un pilar fundamental para la salud pública global, dicen los especialistas. Las autoridades nacionales deberán asumir el rol que antes ocupaban estos programas, ahora necesarios para abordar enfermedades como el sarampión y la tuberculosis, que han comenzado a aumentar nuevamente en el conteo de muertes por enfermedades infecciosas. Es vital preparar al sistema de salud mexicano para enfrentar estos retos que se avecinan.

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