Un sismo de magnitud 4.3, localizado a una profundidad de 55.5 kilómetros, alertó a los habitantes de Tepic a la 1:27 hora central (7:27 UTC) el pasado 23 de marzo.
La profundidad de 55 km es significativa, y los registros se remiten a los análisis del Servicio Sismológico Nacional (SSN) de México.
Ante la actividad sísmica, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) aconseja evitar rumores y noticias no verificadas, instando a la población a informarse a través de canales oficiales, como las autoridades de protección civil locales y estatales.
Después de un temblor, se sugiere revisar el hogar en busca de posibles daños y utilizar el teléfono solo para emergencias; además, no se deben encender cerillos o velas para evitar incendios.
Se pueden seguir otras recomendaciones durante un sismo, como preparar un plan de protección, incluyendo rutas de evacuación y localizar zonas seguras en casa, escuela o lugar de trabajo.
Es esencial mantener la calma y permanecer en una zona segura durante un temblor, alejándose de objetos que puedan caer. Si se está en un vehículo, es recomendable estacionarse y mantenerse alejado de edificios, árboles y postes. En caso de estar en la costa, se debe evacuar hacia zonas más altas.
México, por su ubicación geográfica, enfrenta un constante riesgo sísmico. En 1985 y 2017, grandes temblores causaron destrucción significativa en el país. Además, el terremoto más fuerte registrado ocurrió durante la época colonial, el 28 de marzo de 1787, con un epicentro en Oaxaca y magnitud de 8.6, que generó un tsunami que llegó a seis kilómetros tierra adentro.
En 2009, el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES) llevó a cabo un estudio para profundizar en los eventos de 1787. Esta investigación respalda la hipótesis de la actividad sísmica en la región, conocida como la Brecha de Guerrero, que cuenta con antecedentes geológicos relevantes.
Sin embargo, no se necesita un terremoto de gran magnitud para causar pánico. Los mexicanos recuerdan terremotos menores que ocurrieron en 1985 y 2017, donde la capital y otros estados paralizaron sus actividades ante las graves consecuencias de estos movimientos telúricos.
El sismo de 1985, que tuvo lugar el 19 de septiembre a las 7:19 hora local (13:19 UTC) y alcanzó una magnitud de 8.2, dejó una huella imborrable en la memoria nacional. Se creía entonces que tal evento no volvería a repetirse, pero 32 años después, exactamente el 19 de septiembre de 2017, el país experimentó un nuevo sismo devastador a las 13:14 hora local (18:30 UTC), que cobró la vida de 369 personas.
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