La confianza en la inversión y la mejora de la productividad son claves para diversificar los sectores económicos. Esto es fundamental para el desarrollo de una capital sólida.
Desde la crisis de los años 90, el crecimiento del PIB en México ha sido limitado, promediando menos del 2% anual desde 1994. Aunque la inflación se ha mantenido controlada en los últimos años, rondando los niveles necesarios para generar empleo y un desarrollo sostenible, el PIB solo creció un 1.2% en 2024. Las proyecciones para 2025 son alrededor del 1%, muy por debajo del 5% requerido para impulsar el mercado laboral, según el director ejecutivo de Intuition & Insights.
En el ámbito de la industria manufacturera, las exportaciones petroleras siguen representando menos del 5% del PIB, mientras que México se ha consolidado como un importante exportador global, alcanzando envíos por más de 600 mil millones de dólares en 2024.
Un indicativo de alerta para la economía mexicana es el déficit fiscal, que en 2024 llegó al 6% del PIB, un nivel no visto desde finales de los años 80. El aumento en el gasto público ha afectado la confianza de los inversionistas, según José Luis García.
“Las inversiones tienen repercusiones directas en el ambiente económico del país,” afirmó García, indicando que las condiciones comerciales, particularmente en el marco del T-MEC, son críticas para el futuro del país.
El mercado laboral enfrenta importantes desafíos. En 2024, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportó 400 mil empleos formales, una cifra histórica para un mes que generalmente presenta disminuciones estacionales. Además, el aumento del salario mínimo ha impactado el consumo, aunque también genera preocupaciones por la inflación y los costos empresariales.
Las remesas que envían mexicanos en el extranjero alcanzaron los 65 mil millones de dólares en 2024, lo que representa un 10% de las exportaciones totales de México, siendo un soporte crucial para el bienestar de millones de familias.
