Desde hace décadas, e incluso siglos, era común que los padres asignaran el nombre de un santo a sus hijos durante las famosas “Mañanitas”. En una de sus estrofas se menciona: “Hoy por ser día de… las cantamos aquí…”.
El onomástico es una celebración que conmemora a un santo, aunque muchas personas suelen confundirse y pensar que se refiere solamente al nombre que llevan, lo cual es incorrecto, ya que se trata de la celebración de la festividad del santo correspondiente.
El onomástico de las personas se relaciona con las festividades de los santos canonizados o beatificados en el calendario religioso.
El santoral del sábado 22 de marzo incluye a San Bienvenido Scotivoli, obispo que trabajó por la paz en su comunidad en Osimo, Italia, designado por el Papa Urbano IV para esta sede.
Entre los santos destacados a lo largo de la historia se encuentran San Paferoditto (s.I), Beato Francisco Charutier (s.XVIII), Santario de Roma (s.IV), San Pablo de Narbona (s.III) y San Nicolás Owen (s.XVII).

El proceso de canonización incluye varias etapas: inicialmente, un individuo es declarado siervo de Dios; luego, venerable; posteriormente, beatificado; y finalmente, canonizado como santo.
Las beatificaciones solo pueden ser llevadas a cabo por personas que han fallecido con reputación de santidad en diferentes lugares, y existen dos modos en que se puede realizar este proceso. Para ser santificado, se incluye el nombre en el santoral, lo que permite que la comunidad de creyentes le rinda veneración y reconozca su capacidad de intercesión ante Dios.
De acuerdo con el Martirologio Romano de 2005, la Iglesia Católica cuenta con al menos siete mil santos, sin incluir a los mártires, lo que lleva a muchos a considerar que el número real puede llegar a 20 mil. En tiempos recientes, el Papa Juan Pablo II logró canonizar a 388 santos, mientras que el Papa Francisco ha llevado a cabo numerosas canonizaciones desde entonces.